1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Suicidio inverosimil (Bitácora de un suicida)

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Jorge Macias Garcia, 1 de Noviembre de 2011. Respuestas: 1 | Visitas: 1458

  1. Jorge Macias Garcia

    Jorge Macias Garcia Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    26 de Septiembre de 2008
    Mensajes:
    1
    Me gusta recibidos:
    0
    SUICIDIO INVEROSIMIL “bitácora de un suicida”.
    Autor: Jorge Armando Macías García.

    …
    Perdón, si se termina mi vida escribiendo estas palabras…
    En el frió y solitario rincón de mi habitación, yace tendido en el piso la desgracia de humano que soy, con un lánguido espectro que turba mi mente y mi ser, me arrastro entre mi piel y corto el dolor provocado por alguna lengua suelta, que ejecutó el desprecio, hacia los seres amados que nunca se negaron a estar allí, y, me revuelco pensando en las palabras que dije y las cosas que hice sin pensar, y, siento que ya sangre no corre por mis venas, solo hiel que amarga a todos los que tocan algo de mi ser…
    ¿Donde está?, aquel que no emulaba su dolor, su tristeza y nunca se escondía detrás de una cortina de locura, ahora solo oculta su mirada como una bestia sin conciencia, y, condena sin razón a la locura que emerge de las sombras, a la locura que se prendió sin inicio aparente, real. Tal vez solo mi cuerpo esta experimentando la angustia de vivir o el verdadero sentido de morir, arrastrándome sobre la piel, el suicidio escarba y hurga mi mente se asoma y se pierde. ¿Dónde están?, los amigos, que hacen doler y hieren al alma, aquellos que mueren de frió y tiemblan por sus actos crueles y nunca dejan en paz, lo miserable de la vida que llevo; Lagrimas no secan mis ojos, ni mojan mi figura calavérica, solo quiero sentir, quiero y necesito amor no mas dolor, alcohol y droga no bastan ni son suficiente, solo quiero morir y no sufrir, el viento a sido silencioso y la soledad aun resguarda mi verdad… Escucho campanas que lloran y convulsionan a lo lejos, tal vez el llamado esta cerca, ¡tengo miedo! y no quiero morir, tal vez vivir y seguir castigándome hasta el último de mis días, o regresar y volver a ser un niño y ya no volver a vivir, a crecer…
    Es de noche, y la silla se encuentra en el centro de mi habitación, llevo cinco días sin comer y me espera una soga áspera, colgando atravesada en la viga de madera que ayer coloque, no quiero hacer ruido, me deshice del revolver, ¡que cobardía!, veo fotos de mis años, de mi familia, de mi esposa… de mis hijos… ¡egoísta!, ¡cobarde!, ahora no puedo tragar mi propia angustia, tengo un nudo en la garganta y quiero morir, no quiero que sufran por mi… me arrastro sobre la piel que ya no siente y escucho el reloj de la sala, tic tac, tic tac, como si contara acechando mis segundos… ¿Quién soy?, ¿A dónde voy?, ¿de donde vengo?, ¿Cuándo me detendré?...
    Culpable de la desgracia ya estoy ejecutando mi condena, apoyando mis dedos sobre la silla de madera, queriendo morir, aunque sé, que no soy el que era antes, el de cinco años, sin preocupaciones;, El mundo me da vueltas y vuelvo a caer sobre mi piel y veo difuso entre la oscuridad, rostros de burla y de dolor, ¡tengo miedo!, ¡tengo frío!, y encorvo mi figura agarrando mis piernas, cierro los ojos con mucho pavor, y en voz baja llamo a mamá, mamá, mamá…
    Los rostros se ahuyentan, se van; el miedo me deja, ya no existe el frío, me quedo dormido en los brazos de mamá… Minutos bastaron para no sentir dolor en aquella solitaria habitación, la soga aún sigue allí y mi vida ya no quiere seguir, vivir. Estiro mi cuerpo y fuerzas no tengo, trato de ponerme en pie, las piernas no siento, mis dientes tiemblan, el alma me duele… Logro ponerme en pie y mis ojos distinguen en la pared, en la habitación oscura, un espejo, que refleja un rostro perdido, un rostro que ya no logro distinguir que ya no logro reconocer, incógnito me observa, me mira, sin palabras siento que me acusa, y yo, inerte ante respuesta alguna caigo al vacio gritando en silencio… La noche me cubre con su fría eternidad y abriga con sus garras mi dolor, la noche recita y no escucha plegarias suicido mis ganas no quiero morir. Dos notas en mi mente perturban mi ser; “si”, o, “no”, termino de una maldita vez y hago un eterno atardecer de mi vida, o desisto de esta maldita estupidez y permito que amanezca una y otra vez, que analítica se pone la situación, lo hago o no lo hago, terminar un sufrimiento o comenzar otro mas desgarrador… ambivalentes comentarios cercenan mi objetivo, me adormecen, y sucumbo, caigo como un gran árbol… ¿duermo?, ¿muero?, creo que camino, creo que vuelo, creo, que ya no existo…
    Interludio en el pusilánime pensamiento que acorrala mi destino…
    Cuando era niño, mi mejor amigo murió con el revolver de su papá, solo jugábamos y siempre lo hacíamos, ¿solo si su papá no la hubiera dejado cargada?. Dos años mas tarde mi papá muere en mi primera navidad de colegio, tres individuos encapuchados le quitaron los regalos de mis hermanos, de mamá y el mió, los encapuchados creían que llevaba riquezas, pero se llevaron su vida, que difícil fue llevar de la mano el dolor y el odio durante los siguientes años. A los quince conocí un grupo de amigos que me presentaron a Anahí, también a la marihuana, me enamore de Anahí, conocí el alcohol, inhale base, su padre se suicido, un gran hombre que llegue a querer como a papá en tan solo un año, hombre de éxito, de negocios, de muchos amigos y respetado, no logró tolerar la muerte súbita por sobredosis de su pequeña Anahí, del primer amor que tuve, de la chica que recuerdo, como la primera mujer que sedujo el instinto que tenia escondido dentro de mi… Llore días y noches incansables, inagotables, por ella, por Anahí… Por todo…
    Entre años de estudio, consumo de drogas y tristeza en mis ojos, pasaba mi vida, sin sentido, con “amigos”, con dolor y odio de la mano… Mamá, con su amor, refinaba mi rencor hacia la vida, que yo no aceptaba, a la vida que odiaba por que me quitaba a las personas que yo amaba. Mi madre soporto mucho, hasta el punto que hurte de su joyero el anillo de bodas que mi papá le había obsequiado, lo vendí, y muchas otras pertenencias que guardaban bonitos recuerdos de los dos…
    Que tan imperdonables actos ejecute, que ahora en uso de razón desprecio.
    A los veinte dos, cursaba el cuarto año de jurisprudencia, estaba entre los mejores de mi clase; recuerdo perfectamente que el doce de octubre, entro al salón una alumna nueva, muy hermosa, y me di cuenta que lo primero que ella hizo fue observarme, apenado escondí la mirada y me ruboricé, dos minutos después se sentó a mi lado, era un ángel enviado por Dios… Seis meses bastaron para cambiar mi adicción y mi comportamiento, dos años después nos estábamos jurando amor terrenal, amor eterno.
    Abigail, es amor, comprensión, refugio de mis sentimientos y mis miedos. Confieso que no fue fácil desenredarme de las fauces de la adicción, las drogas siempre estaban al alcance y cerca de adquirirlas, en las tertulias nocturnas de encuentros sin sentido con los “amigos”, mi esposa dormía, y yo… consumía.
    Aunque la frecuencia de consumo había disminuido, por que trabajaba a doble turno, ya que tenia casos muy importantes, no podía darme el lujo de salir y encontrarme con mis “amigos” en aquellas reuniones.
    Con la llegada de nuestro primer hijo, que fue bendición y alegría a nuestro hogar, no hubo tiempo para mis escurridizas citas con las alucinaciones. Abigail es mi sostén, no sé que haría sin ella, sin su amor. Años más tarde llegaron nuestros dos hijos y la felicidad estuvo a plenitud, mi esposa trabajaba, yo trabajaba, nos turnábamos en el cuidado de nuestros pequeños, la vida funcionaba y tenía otro sentido, cada momento era relevante, inédito, como hecho por Dios…
    Inverosímil ejecución de un acto de suicidio, cuestiono el terrible hecho de querer tener ganas de algo que no quiero… Diez y seis semanas llevo desde el GENESIS, y, el APOCALIPSIS tiene primera fila.
    Hay una silla que reposa en el centro de la habitación, ¿Qué hace allí?... Abigail la trajo hace dos semanas para tener una conversación muy intensa conmigo,
    Hace dos semanas ella con su dulce mirada me pidió que dejara las drogas,
    Hace dos semanas, Abigail con su dulce voz, me pidió que cambiara,
    Hace dos semanas, mi esposa, me imploro que busquemos ayuda por nuestros hijos,
    Hace dos semanas, por primera ocasión no tolere bajo el efecto de la cocaína la palabra de mi esposa, de Abigail, de mi gran amor, la madre mis hijos,
    Hace dos semanas por primera y última vez, mis manos golpearon sin límite, sin compasión, sin perdón… Acepto que la ultrajé, ¡Me duele hasta morir!.
    Abominable, repugnante, despreciable, así me siento, ¡Un monstruo!, jamás en mi vida tuve intención de hacerle daño a mi amor Abigail.
    Hace seis días atrás, supe que Abigail estaba en coma en una clínica, ¡Para que vivir!, si ella muere por mi causa, ¡Maldición!, quiero llorar, quiero que Abigail me perdone, yo la amo, no quiero que muera, quien cuidara de nuestros hijos, también los amo… ¿Dónde están?...
    Quiero empezar, quiero volver a empezar, pero sin Abigail no existe comienzo, todo se derrumba, todo colapsa, el sentido de vivir pierde su matiz. La inmensidad me aturde, me adormece en esta pequeña habitación, la noche termina… y un rayo de sol transita y atraviesa un umbral. Mi cuerpo, que esta tendido sobre algunas figuras geométricas, desnudo, siente como por su piel avanza aquel rayo de sol, que le da calor, que lo hace sentir tan lleno de energía, ¡Mi piel siente!, ¡Yo siento!, quiero quedarme ahí y seguir sintiendo hasta que termine, por que sé que terminara, mejor no lo pienso, mejor lo disfruto… Que tan apreciada se vuelve la vida en un soplo de momento, talvez Dios permite un lapso de una sencilla verdad tan sublime, ¡LA VIDA!...
    En esos instantes es cuando las cosas menos esperadas se hacen inesperadas…
    La cerradura de mi habitación hace su sonido habitual, “La puerta argumenta los miedos cuando se abre con sus sonidos atemorizantes”, con mis ojos cerrados, mi olfato se enciende, mi cuerpo vibra, mi alma vuelve… Y percibe en toda la habitación, aquel aroma tan único, que entro por la puerta, y que nunca se ha podido desprender de su memoria ni su corazón…
    Abigail, justo ahí en el umbral de la puerta, con una mirada de perdón, al mismo tiempo con una actitud, impávida, “no era para menos”, inmóvil permanecí y sin impedimento mis lágrimas escribieron perdón, amor…
    Tan sutil se acerco, se arrodillo junto a mi, y, me cubrió con una manta, me abrazo y dormí en su regazo.
    Autor: JORGE ARMANDO MACÍAS GARCÍA
     
    #1
  2. cesarfco.cd

    cesarfco.cd Corrector Corrector/a

    Se incorporó:
    24 de Marzo de 2009
    Mensajes:
    42.330
    Me gusta recibidos:
    2.547
    Género:
    Hombre
    Buenas líneas Jorge.

    Bienvenido a Mundo Poesía.
     
    #2

Comparte esta página