Súplica.

No me trates así, que azúcar soy
y me quiebro a la más leve violencia.
Trátame suavemente, con paciencia,
como a las muñequitas sololoy*.

En fractales me rompo si no estoy
suspendida en la más leve latencia
del afecto que afirma la existencia
de la atmósfera suave en que me doy.

Pues debe ser de luz tenue, difusa,
de tonos ambarinos, delicados
y de tibia penumbra sugerente

y a ritmo sutil, música confusa,
rasgar la reticencia en deshilados,
desnudando mi piel, suave y turgente.

* Sololoy: Nombre coloquial que se daba a las muñecas
de celuloide que eran muy frágiles.​

 

Hola, Luciana,

tu poema me ha dejado algo confundida pues en una primera lectura me ha llevado precisamente a aquello que entiendo no debemos ser frente a los demás, una simple muñequita frágil. Somos más, somos todo, somos el otro y como el otro. Luego está, y justamente por eso, el que se nos trate con respeto, consideración y con la delicadeza propia que se debe de tener, esa que a nadie le debería faltar porque no debemos confundir los términos.
Más tarde he pensado que es probable que no haya sabido llegar a la quintaesencia de tu poema, estoy segura, si es así, discúlpame.
Un abrazo,
Eva

 

Gracias, Eva, por tu comentario, tal vez deba cambiarle el título, para que sea más claro el mensaje. Gracias por tus palabras que son muy importantes para mi. Un abrazo solidario.