Susurro

Como con todo lo que nos rodea, no reparamos en su bella complejidad sino hasta que el tiempo, en una de sus múltiples manifestaciones, lo ubica en perspectiva, en los senderos de la distancia. Creando con ella la mándala del recuerdo; elaborado con esos trozos, con esas astillas de nuestras vivencias, con esos pedacitos de vida que desperdigamos inconciente y efímeramente y que a la vuelta de la esquina se vuelven bruma, tiempo etéreo que nos da en recompensa un cacho de melancolía.
Sería por eso que los más primeros decían lo que el viento aconseja, de lo que el agua esconde en forma de burbujas y corales, de lo que el fuego intuye de los amaneceres, de lo que la madre nos bautiza con valles y riachuelos y lo que la nada, en sus múltiples vericuetos nos conduce a otras formas en forma de dimensiones.
Pareciera que la vida fuera en relación a lo sembrado en los surcos de lo antaño, siempre en retrospectiva, creyendo que una escafandra intelectual, moral o religiosa nos protege, nos hace inmunes al presente. Creemos vanamente que el futuro no existe, o no existe en función de nuestra muerte. Actuamos con tal desparpajo e indolencia que pareciera fuéramos inmortales, inmunes al inevitable encuentro con la nada, con ese ancho mar negro de la consciencia, decía Don Juan. Pero, no todos actúan de la misma manera. Para los Chamanes del México antiguo, cuyo linaje ya era secreto desde antes de la llegada de los españoles al continente, su vida estaba consagrada a un solo propósito: El encuentro con la muerte. Con este fin actuaban con una impecabilidad asombrosa. Decía Don Juan que la impecabilidad es el ahorro de energía. No desgastarse en nimiedades, cosas o personas que nos quieran robar energía. Cada quien utiliza su marco referencial o cognoscitivo para apoyar tal o cual cosa, resultando muy desgastarte los moldes que utilizamos para la interacción, cuyo fin esta sumamente imbricado en el ego, nuestra importancia personal.
El conocimiento formal de nuestra realidad es muy ilusorio y temporal, a pesar de las diversas formas metodológicas y conceptuales que poseemos para conocer e interpretar al mundo que nos rodea.
Existen afortunadamente otras formas de interpretar y relacionarse con la energía que nos circunda que no podemos entender. Decía Don Juan que decía el nagual Julián. “que los grandes conquistadores de la Roma antigua. Cuando regresaban victoriosos, se organizaban desfiles gigantescos para rendirles honores. Mostraban los tesoros que habían ganado, y los pueblos derrotados que habían convertido en esclavos, los conquistadores desfilaban llevados en sus carrozas de guerra. Acompañándolos, había siempre un esclavo, cuya faena era susurrarles al oído que toda faena y toda gloria es simplemente transitoria”. “La mayoría no tenemos nadie que nos susurre que nuestras victorias son fugaces. Los Chamanes, sin embargo tienen una ventaja: como seres camino a la muerte, tienen a alguien susurrándoles en el oído que todo es efímero. El susurrador es la muerte, la consejera infalible, la única que nunca te va a mentir” Decía Don Juan, en tanto un orificio negro y brillante se expandía y reacomodaba las cajas de átomos, quartz y las estrellas del zodiaco, formando con ellos un collar, que tan bien luciría esta noche la fugacidad.

 

Interesantes líneas Waldo.

En prosa.

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Saludos.