Tarde

Imagino nuevamente aquél proceso incógnito, y deseo sentarme repentinamente trás mi ventana a observar la tibia tarde arbolada. Creo haber leído demasiado, creo haber sentido nuevamente las arterias en mi sien enmascaradas como eclipses y atormentadas por el ansia. Usurpo de mis dedos la piel moribunda, dejo caer la sangre por las zarpas, y pretendo encontrar entre la abundancia, alguna cara aquejumbrada.
Alguna luz ante la adversidad, ciertas palabras que renazcan desde las rocas y me hagan ascender feliz hacia las gradas, orgulloso y con inmensa calma.
Porque sabré que decir, conoceré las infinitas promesas creadas por el alma, y dejaré que se sumerjan bajo el reflejo de la laguna aurismante. Abrumante, alarmante, pero que siempre será como un ladrillo más del muro, una construcción mental de nuestros propios sentidos. Un poeta negro que condena sus inspiraciones ante las noches cotidianas, un senil servidor de una forma humana otorgada por lo omnipotente. Lo divino de las creaciones, lo majestuoso de una semilla brotada desde esa célula, me otorgarán el desagravio maravilloso ante los pensamientos del vacío. El resentimiento propulsa la poesía, el espí*ritu podrá ser masticado por unos cuántos egoístas que se hacen llamar artistas y que viven del invento como la flora depende del agua. Como el mar consume la arena cercana, como la marihuana te consume el cerebro. Viviremos y predicaremos un estado superior al cuál denominaremos sicodhelia, creeremos que sentándonos a tomar un té de hierbas, limpiaremos nuestra alma. Y desde los colores de la gloria aprenderemos a encontrar esa belleza, desde las mezclas aparatosas podremos percibir la realeza. Seremos fastuosos idóneos de un futuro predilecto, sabremos como construir una percepción destacada que nos permita sentarnos nuevamente a observar las jocosas tardes arboladas.

 

Buen relato amigo, un gusto leerte.Pato.