Tardes en gris bemol

Las tardes de domingo son toda la tristeza
se te pinta el adentro con tono gris bemol
y dardos inclementes que provienen del sol
se encajan en el alma con pertinaz fiereza.

Será que muere algo, será que la caleza
del viento, en las ventanas, derrama su arrebol;
o será que el embrujo naciente de un farol
reviste a los espinos con sangre de cereza.

La tristeza ¡ay, tristeza! de las tardes murientes,
de domingos cansados, de miserias dolientes,
con claveles marchitos y sonrisa infeliz.

Dominical tristeza, punzante cicatriz;
sierpe de ocaso, roja, que te espera al acecho
para nublar tus ojos, para humillarte el pecho...


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Septiembre sin flores de apamate, 2016. César Guevara​

 

Sencillamente hermoso, place leerlo.

 

Uno se queda pensando qué se te muere con las tardes de domingo.

 

Exquisito poema nos dejas con la fragancia y sabor literario. Saludos cordiales.

 

Muchas gracias, mi compa. Un saludo cordial hasta su tierra.

 

Tardes en las que uno muere un poco sobre el sol. No entiendo cómo es que se amanece vivo otra vez, aunque golpeado y dolorido, cada lunes.

Un abrazo cordial, compañero. Muchas gracias.

 

Sí...
Es una muerte extraña en la que uno mismo se vela, con ojos doloridos, cuando el último tizón de sol se ha ido. Le decía al compañero Luzyabsenta que no entiendo cómo es que volvemos a amanecer otra vez vivos el lunes. Yo creo que moriré definitivamente (si es que tal cosa es posible, como espero) sobre el sol ido de un estertor dominical.

Un saludo cordial, mi compa.

 

Muchas gracias, hermano. Me alegra que te haya agradado. Un saludo cordial.