Tenga humos, de sosiego en el discreto cuarto verde...

Tenga humos, de sosiego en el discreto cuarto verde,
cuando a tales horas de la noche, me siente en compañía de las veces;
¡tanto intestino que sostiene la pelvis!, y aquí, me siento inmortal;
la vieja buena creencia de que uno no perece,
y el no querer saber de estos cuerpos.

¡Uy! qué frágil es el cuerpo, cuando hoy día
me he visto en el espejo y, a parte del reflejo de mi piel
he visto, todo lo que está bajo de esta;
¡tanto hueso a punto de quebrar!

Cuando he recorrido, mi piel toda, he visto lunares nuevos
que me dicen “nada de lo visto es para siempre” y, cada uno,
nace con la muerte en el pescuezo
atada cual corbata, que no es otra cosa que qué nudo,
ahorcando poco a poco a todo un hombre.

¡Uy! qué frágil es el cuerpo, cuando se ha visto
partir a cuánto hermano;
cuando se ha oído, a la muerte, rondar a pocos cuerpos de distancia.

¡Uy! qué frágil es el cuerpo, cuando una imagen anciana de la infancia se ha trizado;
una cama enlutada en un cuarto de recuerdo,
y el avejentado cuerpo yace in vida.

 

Frágil y muy corta es la vida, todos venimos con la fecha de partida marcada en la frente, invisible para nosotros y el mundo, pero no para la muerte que viene y nos lleva en la fecha marcada. Interesante escrito, placer venir a leerte.
Estrellas y un beso