Tercetos encadenados

La sentencia de muerte
debe ser prohibida para siempre
¿tu oficio de verdugo, te divierte?

 

Hoy sé por qué me dice:
recuerda del pasado lo que es bueno,
no recuerdes lo que te martirice.​

 

Es poco lo que entrego:
un corazón, mis versos y una piel
pues a lo material jamás me apego.​

 

Conozco tus caminos hombre infiel,
tambien aquella casa que te espera
perdido entre las faldas de Maciel.

 

La respuesta es “pera”
conozco muy bien esa adivinanza
creo que es anterior a nuestra era

 

Ya dime finalmente, que sugiere
en esta relación oscurecida
recuerda que el silencio tambien hiere

 

Si luce ennegrecida,
tal vez si enciendes rápido la luz
se calmaría tu alma oscurecida.​

 

He resuelto arreglar el tragaluz
y harta estoy recogiendo las goteras,
pero amo recibir toda esta luz.

 

Escuchando el concierto de estos loros
he pensado en buscarle solución,
ya no aguanto este espanto y estos coros.

 

Es esa mi canción
cuando la escucho siempre pienso en ti
escucharla revive la emoción

 

¿Me olvidaré de ti?
Pues no he podido hacerlo hasta ahorita,
y tú me olvidarás muy pronto a mí.​

 

Esa gran pena aterra.
Es como un aguijón muy ponzoñoso
que nos transforma el pecho en seca tierra.​

 

Te alejas sin reposo
como estrella que el Doppler obedece.
Y yo a tu rojo brillo siempre acoso.​

 

Este tiempo tan esclavo obedece
los dictados de este escueto reloj,
que duerme solo cuando ya, oscurece.

 

Me marca el tiempo actual
con una exasperante precisión.
Me recuerda que el yugo me hace mal.​

 

Zombi.

Sigo con la tensión,
sigo pensando en ti aun cuando no quiera,
siempre cuesta romper una ilusión.

Amor es una fiera
difícil dominarla por completo
y para no sentirla, que me muera.

Dejar de amar es reto,
hay que aceptar matar el sentimiento
y arrastrarse cual zombi ya obsoleto.

Muerta en vida el lamento
ser parte de las almas que ya han muerto
con un presente vacuo sin aliento.​

 

Tu presencia es constante,
entre los árboles, las aves mudas...
en el silencio de un frustrado amante.​

 

Si me desesperanzo
es porque tengo múltiples razones:
gota, reuma y un seso cual garbanzo.​

 

Hoy tengo desazones,
es por este período de ajuste,
pero no logro el cambio, aun con razones.​

 

Le gusta que me asuste.
Su porte es de alarido a medianoche.
Con su disfraz causó un desbarajuste.​

 

Hoy ya nada me asombra,
ni Trump, ni algún tatuaje a cuerpo entero.
A la decencia ya ni se la nombra.​