Tía Yaya

Tu última voluntad:

Siguen pasando los años

Pero tu esencia no muere.

Sigue sangrando la herida

Que dejaste y aún nos duele.

Tus cenizas se esparcieron sin que los que te quisimos

hayamos podido verte.

Mas un poco de cenizas conseguimos rescatar.

Y en una hermosa cajita las logramos conservar.

Hace unos días quisimos liberarte y liberarnos

al llevar esa ceniza, con sumo cuidado al mar.

Abrimos la caja a un charco, muy cerca de nuestro hogar.

Y allí esparcimos lo poco que en la caja había ya.

Al contacto con el agua del charquito, vino el mar,

y reclamó con su abrazo, tu alma llena de sal.

Con suma elegancia vino, y acariciando tu faz

levantó una leve brisa que iluminó una sonrisa llena de sosiego y paz.

Y es que tanto deseabas en nuestras manos estar,

como nosotros poder devolver tu alma al mar.

Y allí que en el mar reposas, seguro estoy que serás

tan feliz como a nosotros hiciste en vida mortal.

 

Muchas gracias María Baena!!!