Tragedia Circense

Yacía en dos pechos,
el de su madre y el de su corazón.
Era esa famélica marioneta que danzaba,
danzaba para especular el viento.

Era como si el trapecista dudara en su caída,
como si sus ojos voltearan a ver su mente.
Allí estaba el vendabal de incertidumbre,
impidiéndole volar al fractal sol.

El payaso lloraba en su regazo,
instándolo a palpitar en su propio corazón.
No lo deseaba.
Poco importó el vestigio de su fe.

Aun cuando el espejo de epitafios
vociferaba la muerte de los confiados narcisistas,
pretendía seguir manipulando sus hilos,
sus hilos de sonámbula marioneta.

Quería hacer actualizados malabares con su ser,
simulando progreso, tragando la verdad.
[COLOR=Red]Los consejos lo amordazaron, [/COLOR]
[SIZE=3][COLOR=Red]pero finalmente su acrobacia en mil lamentos se fracturó.[/COLOR][/SIZE]

[FONT=Tahoma][SIZE=3][COLOR=Red]Y cuando se ahorcó su imaginaria felicidad[/COLOR][/SIZE]
[FONT=Tahoma][SIZE=3][COLOR=Red]su boca a toda costa evitó[/COLOR][/SIZE]
[FONT=Tahoma][SIZE=3][COLOR=Red]rozar los dulces labios[/COLOR][/SIZE]
[FONT=&quot][FONT=Tahoma][SIZE=3][COLOR=Red]que siempre tuvo su razón. [/COLOR][/SIZE]
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