Tramos-.

Aunque camino fresco y decidido

lo hago en silencio, reanudando la marcha

a cada tramo, en un sepulcral mutismo.

Escucho los rigores del invierno: el viento,

la escarcha, el laúd invertebrado de los caparazones

ya abandonados y desvanecidos. No es mi memoria

demasiado vieja, todavía recuerdo el verano

y el otoño pasados. No es mi mente un espejismo

ni un espejo donde deposito flores a los muertos:

honro sólo su memoria y después parto hacia lugares

distintos. ©

 

Nuestra mente posee la capacidad maravillosa de editar recuerdos y quedarse con aquellos más tibios y hermosos.
Me encantó este poema, amigo.
Un abrazo.

 

Gracias Cecilya. La mente evoca, recrea y cincela su arsenal de labios y mecheros a medio gas ya sabes...Un abrazo amiga!