Trece treces...

Le gusta descansar, pintar la mona,
la bulla, el reggaeton, beber cerveza,
pelársela, quebrarme la cabeza
y hacerme arder la sangre. No ambiciona

más nada que hacer nada. Se emociona
mirando el Gran Hermano. Qué tristeza
de parto, ¡qué protón! ¡que ansual! ¡qué pieza!
lo miro y la razón se me emborrona...

Si no se me emancipa, lo emancipo
más pronto yo que tarde a pescozones;
¿te quieres creer si el prenda? yo lo flipo...

se ducha cada mes ninguna veces,
se compra rotos ya los pantalones
y atrae más la negror que trece treces...

 

Tan gráfico como real. Esto es lo que toca.

 

-¿Qué hicimos mal, Jacinto? -pregunta llorando ella-
-Básicamente engendrarlo, Saturnina...

 

Lo nuevo y lo viejo está a un choque de diferencia.
Un abrazo, Jorge.

 

Jajajajaja, así es, Sergio.
Cuídate, un abrazo

 

Un poquito de mal fario da el poema con eso de “Trece treces...”, veo que te siguen encantando los suspensivos, Jorge, ¡ay!, así son las nuevas generaciones estas y mira que soy una buena pieza pero me emancipé antes de los veinte años, otra cosa es de lo que vivía, con mucho dinero en mis manos, por cierto, pero también con muchos peligros acechándome, un placer pasar por tus versos, poeta, saludos cordiales, Alberto.

 

Gracias, Alberto. No son todos, pero sí muchos. Me imagino que Puigdemont, Rufián, Pedro Sánchez, Irene Montero, Feijoo y compañía eran así cuando eran jóvenes. Pensar que cualquier tontaco de estos que deambulan por ahí sin cerebro al encomendarse, puede llegar a ser presidente de España, da no sé qué.
Que sea lo que Dios quiera, ya estamos en manos de Dios