TSUNAMI (en Chile)

Era una noche hermosa…,
Las estrellas brillaban como nunca,
Descansaba soñando con sirenas bellas,
Habiendo ya rezado al Santo Patrono…,
Para que mañana fuera buena la pesca.

De pronto se quejó la Tierra…,
Me puse de pie como flotando…,
Y corrí a la puerta.

Entonces miré hacia al Mar…,
Algo andaba mal…,
Ya no besaba mi jardín…,
Había retrocedido…,
Dejando su huella.

Grité fuerte…,
¡Rosita…, corre mujer!,
Corre hacia el cerro…,
Y lleva los niños.

Llegué hasta mi bote…,
Ahora anclado en la arena,
De pronto la brisa salada…,
Y el llanto de mi perro, me despertaron.

Entonces miré hacia al Mar…,
Algo andaba mal…,
Se había llevado mi jardín…,
Mi casa…, y mi pueblo.

No pude ver su garra salada,
Con la que arrancó la vida,
De los vecinos…,
De Rosita…, de mis niños.

Enredado entre tablas…,
Agua salada…, y arena…,
Miraba al cielo…, y lloraba.

Grité fuerte…,
¡Señor….!,
¿Porqué…?
La Mar, todo me lo dio…,
Y ahora en un segundo…, de odio y rencor…,
Todo me lo quitó.

¿Quién tendrá respuestas?...,
Para este humilde pescador,
Que hoy lanza su red de esperanza a la vida,
Que acaricia las olas del dolor.

Entonces mira hacia al Mar…,
Esperando enfrentar su garra oscura y salada,
Deseando que le pueda devolver…,
Aquellas cosas que adoraba,
Sus vecinos…, la Rosita y los niños,
Su pueblo…, su casa…,
Y su jardín.., que tanto cuidaba.

Hoy…, al Sur del Mundo…,
Grita fuerte un humilde pescador…,
“Sirena de los siete mares…,
Llévate mi alma…,
Llévala al fondo del Mar…,
Junto a las cosas que amaba,
Junto a las cosas…, que no regresarán”.



ODIN ALL´MUHABITT