tu almohada es una bola de cristal.

nos paseamos en bicicletas por paisajes pintados
por la luz sagrada que aclara cada sueño,
decidida y diseñada
para poner mis manos con a las tuyas
y pilas plateadas de sonrisas en nuestros rostros.
"mira el sol, mi amor,
como flota sin interrupción sobre campos verdes,
derramando luz por lagos, puentes y pequeñas fuentes".
pasamos plazuelas de rosas,
verbenas como mariposas en esquinas de árboles,
un renacimiento respirando en cada nivel del aire,
castillos medievales, cementerios con jardines
y naves espaciales aterrizando sobre edificios.
despertamos y el aroma de frutas secretas nos envolvía en una magia antigua.
nos tomamos de la mano; pedaleamos sin dirección,
recorriendo las vías por las cuales algún tren fantasma pasa cada luna llena.
admiramos, vivos, toda cosa que venía.
cantamos canciones de días iluminados,
dulces y escritas para nuestras lenguas etéreas.
mientrast tanto adelante tímidamente iba desdoblandose el paisaje
y por detrás se dibujaba una rastro de humo en el cielo que algún día seguirán alegres abejitas.
no hay nada más alto que dos almas formando la vida, pensé.
volteé la vista hacía ti, y seguimos con los cantos:
"el viento nos llevará,
nos llevara a dónde sea que vamos
y si un día morimos, cariño,
será sonriendo y tomados de la mano".