Tu nunca fuiste niÑa

Ahora bien: Escucho el venir de los buses
en la fría estación de Quitumbe,
las horas aquí son azules semejantes
a campanas de sonidos solitarios.

Alguien llama entre puertas con una voz
desnuda de tragedia.
Se sienta en el contorno de mi pecho
y derrama débilmente su ávida cabeza.

Estoy en el baúl de reciclaje.
Soy la revista ajada de colección,
la ultima vista de un hombre solitario
que se sienta en una mesa vacía.

Tengo el reloj con segundos
perdidos. Una mitad de pierna.
Un sigiloso rumbo de indecisiones.

-¡Nadie me encuentra!- . He venido a este
tiempo vestida intangible como el viento.
Inmóvil como el ojo de un tornado.

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Bonito poema, felicitaciones y saludos.