Tú y tú, y nuevamente, tú.

Era todo, en aquel entonces, barro.
Recuerdo el Ánimus y el Ánima.
Los bueyes bajo el yugo, tiraban de su carro.
Cónyuges unidos, en sagrado matrimonio.


El Ánimus podía adaptarse a nuevas circunstancias.


Y así también, la madre natural.
Desde lo más primitivo y rudimentario,
a lo abstracto, sutil y cultural.
Modelos esculturales, sacerdotes, profetas y reyes...


Músicos excepcionales, marineros y herreros.


El padre se introdujo en la hembra, y la madre, en el macho.
Así que el teutón no es tan teutón.
Ni el gabacho, tan gabacho.
O el baskón no se reitera, en su interior.


No es todo el santo día, euskera.


Es decir que tú eres tú, hasta cierto punto.
Tu identidad secreta, seescribetodojunto.
¿ Quién lo ha visto ? ¿ Quién lo ve ? Ra, ra, Rasputín,
y Naomi Campbell, que es la diosa de ébano.


Ra, ra, Rasputín y Mulán, que fue princesa china;





¡ Ábrete, Sésamo !
¡ Muéstranos tus tesoros !
Somos Alí Babá y los 40 ladrones.


" Y por dentro de ustedes, un grupo de animadoras de baloncesto,
que agitan sus pompones. "

 

Qué bueno el final, Nommiño.
Esas animadoras siempre están ahí.
Un fuerte abrazo, con mis mejores deseos y bendiciones!

 

Gracias, Ricardo.
Masculino y femenino pueden congeniar.
Conciliar.
Como cuando Harry encontró a Sally.