Tus rastrillos aun en la bañera, el amor, el patán

Te vi, y fue tan triste. Levantarme y verte ahí fue tan triste, ni siquiera recuerdo haber conciliado el sueño. Solo recuerdo la ducha, y los sueños que en mi mente se intercalaban. Sueño demasiado, bueno, tal vez siempre he soñado demasiado pero ultimadamente las imágenes me son tan presentes al levantarme. Pero estabas ahí, y fue tan triste. La lastima estaba en tu semblante, en tú piel, en tu piel canela. Como la canción de las Panchos y Eddy Gorme. A veces me pregunto ¿Cómo es que eres tan débil? Tan quebrantable. Y me odio. Por decir lo que tus oídos quieren escuchar y no lo que en verdad quiero decirte. Porque eres tan débil, tan vulnerable, con tu falda, con tu piel canela, con el sorbo de tu alma, con tus años. Aun recuerdo la primera vez que vi, yo pasaba en mi barca y me detuve ante el rojo de tu ser. Tu dijiste que yo era raro y jugaste con el viento…me hablaste de quien fuiste en el pasado, y no de que eras en el presente. Porque los tuyos condenabas tu presente, arrojaban piedras a tu presente. Y supusiste que yo también lo haría y estabas mal, tan mal en esa suposición. Porque me hubiera gustado conocerte desde un principio, me hubieras gustado con alcohol, hubiéremos compartido los sábados y viernes por la noche.

Pero ya estamos en esta época niña, y entras en mi departamento como toda una intrusa. Pidiéndome que me olvide del pasado, de la veces en las que te avergonzaste de mí, de la rareza. De mi rareza, de la que tantas veces me acusaste. Tomas haciendo frente a mi lecho, y me observas de la manera más solemne, con tus zapatos de piso ¡oh como te gustan los zapatos de piso! pese a mis insistencias de que usaras de tacón. Pero tuviste la razón en no usarlos, porque ¿Por qué usar zapatos de tacón cuando un patán como yo te lo pide? Y me despierto. Y ahí estas junto a mis libros, junto a mi estatua del Quijote, dispuesta a recuperar las cenizas, de vivir lo que tal vez entre nosotros nunca vivió. Y es tan triste, esta imagen es tan triste, como todo lo nuestro, tan patético como todo lo nuestro. Porque el amor no es como nosotros, él es milagroso, nace y no hay quien pueda impedir su nacimiento ¿y nosotros? Siempre tan tristes. No creo que logramos convencer al amor así, manipularlo con nuestras lagrimas, es en vano todo esto, tiempo atrás yo perdí mi corazón y aun me encuentro en el camino de recuperarlo. Pero abro los ojos y solo despedimos lastima, la lastima de una tarde de junio.

 

Interesantes líneas Jaziz.

Gracias por compartirlas.

Saludos.