Un adiós sin retorno.

Todo quiere llorar, como lluvia rabiosa, cayendo a borbotones con furia y tiranía, tanta furia que cuando bebe de las posas de su obra, el sentido de la caída la devuelve a la misma razón que la impulsa, siento un llanto, fulgurando la garganta como magma ardiente, siento la piel viva esperando tan solo una caricia, que no vendrá, el cielo cae lánguido ante mis ojos desprendido en nata sin cuajar, ya no hay mas, ya no queda ni el roce baldío de su alma, solo pretensiones, solo funestas ironías, solo queda un adiós sin capitulaciones.
He de sentirme arrepentido, no por no profesarle mi amor, sencillamente por lo inadecuado que es aquel... del cual todos hablan, de lo inadecuado que es mi amor.
Si sus ojos nunca más me tocaran, como no llorar, como olvidar, como no despertar y desesperar, si todo habla de ella.
Un beso, un fugaz beso en su mejilla, toda su esencia extraviada, eso es lo que me queda, mi cuerpo tiembla con solo verla danzando desnuda por los espacios de mi casa, como fuiste tan real y te quedaste tan poco, si tu desnudez en mi almohada aun vislumbra mi hosca agonía, aun mi piel exhala el perfume sincero de tu matriz pasional, si tu boca que sabia a todo, si tus ojos oscuros que lo sabían todo, me acompañan beligerantes, sin mas deseo que el de partir, mi cuerpo tiembla, al ver los rastros de tu existencia , siguen aquí.
Aquel pelo negro, largo como los crines de un tubiano pura sangre, y tus manos finas de pianista demonio como Liszt, el mismo que resonaba frenético, ante la expresión máxima de la devoción de nuestro amor, aquella que se quedaba impregnada de las paredes, aquella que condensaba el aire a virtud, enriquecidas por un sudor dulce, complacidos de placer intenso, comprendidos por una tranquilidad tenue, todo sigue aquí, ese es nuestro anatema por este adiós.
Fumo, como un loco, sigilosamente dejo que el humo y alquitrán, pronuncien un desosiego pueril que espero con ansias, veo las cenizas aturdidas por la caída, al igual que el predominio de la razón, al ver la realidad pendenciera, restregándome el nunca mas, veo como el papel se quema al igual que tu amor por mi, centímetro tras centímetro veo, que te vas, y vuelvo a fumar, centímetro a centímetro, esperando que esta sea la bocanada definitiva, aquella que apague, este vacio enfermo, que no me deja respirar, que hiere como puñaladas finas el recóndito espíritu que te conserva como la necesidad primordial, fumo a pesar de que se, que el amargo en mi boca, no es por su nocividad, si no mas bien por la pena, que siento, al verte irrevocablemente partir.

 

buen prosa poetica
me gusto haberte leido
saludos

EDU