Un día de un ama de casa

Lavar, tender la ropa y planchar
cocinar, lavar los platos,
y limpiar toda la casa, ¡cuánto más grande... mejor!

Ir al supermercado, volver con bolsos pesados
¿hace mal a la columna?
¿para qué están los analgésicos
y los traumatólogos que para eso han estudiado?

Y después de todo esto
el gimnasio nos espera
pues tenemos que estar flacas,
con las curvas de modelo,
pues a pesar de haber parido
y ensancharse las caderas,
no importa hay que bajarlas
con spinnning y aparatos,
todo sea por el cuerpo,
y para que el marido no se vaya
detrás de las curvas de una niña de dieciocho años.

Y después de todo esto
buscar al niño al jardín,
bañarte es un privilegio
a pesar de haber sudado,
todo depende de la voluntad
de un hijo pequeño y por naturaleza egoísta
o de un marido cansado.

Y cuando llega la noche, ya ha pasado todo el caos,
sin ganas de hacer más nada
no hay consuelo mejor...
¡que el dormir en una buena cama!

 

erupta:

Excelente, bienvenida al portal, me encantó como presentas la crítica a la vida hogareña, ese injusto desnivel, solo te falto agregar que muchas veces además son el sostén económico de la casa.

Cierto, que dura es la vida, pero a la vez, que dulzuras tiene el matrimonio, el apoyo, el cariño, el reconocimiento al esfuerzo y la colaboración sobre todo en los malos momentos.

Un saludo

Jaime

 

Obviamente que mucha dulzura hay en el hogar, pero lo que quise resaltar es a esas mujeres, que trabajamos de lunes a lunes, sin horarios y sin sueldo, sin vacaciones.
Te mando un saludo y gracias por leer mi poema!