1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Un día que abrí bien los ojos

Tema en 'Poemas sociopolíticos y humanitarios' comenzado por jlrecionet, 6 de Mayo de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 534

  1. jlrecionet

    jlrecionet Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    13 de Abril de 2009
    Mensajes:
    63
    Me gusta recibidos:
    3

    Había un niño en la calle pintando con una tiza la pared,
    y las avenidas estaban plagadas de tulipanes,
    coches en venta,
    mujeres casadas marroquíes haciendo la colada
    y unos jóvenes también estaban
    liándose canutos en un banco.
    También había parados esperando un trabajo
    tomándose un café al pie de la puerta
    de la Meisier.
    Y no sé por qué reparaba en el pensamiento de que
    no habían podido pagar aquel maíz tostado.

    Tal vez fue el hecho de que
    no tenía más motivaciones en la vida,
    trabajo o algo interesante en qué pensar,
    pero aquel niño estaba concentrado
    en una tarea laboriosa que exigía mesura
    y dedicación.

    Círculos, trazos más largos
    y su pequeña boca de luna babeaba
    hasta caerle unas pequeñas gotas de agua
    por su diminuta barbilla.

    Tenía los ojos pequeños y un jersey raído
    y hubo algo en él que me hizo levantar
    la vista de mi cigarro
    y de las pirtuetas que daba un humo
    que parecía perderse entre aquel barrio moro.

    Y terminó.
    Por fin terminó su obra caligráfica,
    su gran trabajo de escrivano.
    Se metió la tiza en el bolsillo
    y supongo que iría a jugar con el resto de niños
    aunque tampoco tenía la impresión
    de aquel ser diminuto fuese muy sociable.

    No era que pensara que era cobarde,
    simplemente se vino a mi mente
    la idea de un chaval incomprendido
    que pretendía decir algo a la gente que pasaba por ahí.

    Y vaya, aquel día yo no pasaba
    pero era una piedra, un banco, una botella de vino abandonado
    en la acera
    que desde una buena posición miraba la vida que ya pasó.

    Sus ojos clavados en la pared se giraron hacia mí
    y a mi me parecían unas miseras aceitunas
    tragadas por sus cuencas de roble.
    Me miraron
    y yo sé que sonrieron
    aunque él no lo hizo.

    Y entonces hubo un gesto de juez en su mirada
    por si yo era capaz de secundar lo que había
    mientras se alejaba
    y la pared me decía en su absoluta expresión:
    "el verano me pone contento".
    Algo de razón tuvo aquel pitufo
    que no medía más de dos palmos,
    pero me hizo bloquearme
    en una nublada tarde de primavera
    un día de abril.
     
    #1

Comparte esta página