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Un diálogo de pureza

Tema en 'Poemas Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Faustgalen, 24 de Febrero de 2016. Respuestas: 1 | Visitas: 421

  1. Faustgalen

    Faustgalen Poeta recién llegado

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    Caminando con mi amigo Elías por las anchas calles de la ciudad de Quito y observando las galimatías de casi cualquier pared de la carita de dios, como se conoce habitualmente a esta ciudad, nos perdíamos entre tópicos como la muerte, mi tema preferido, aunque él es más optimista y temas varios como política, transhumanismo y existencialismo, no recuerdo bien la distancia recorrida, pero creo que fueron varios kilómetros, estas cosas suceden cuando uno se encuentra en los otros, digamos que se trata de una forma noble de egoísmo o la forma más humana de egoísmo, toda esta cinta de memorias transcurría entre un aroma de pinos, el humo salido de automóviles y niños jugando en derredor —yo casi no los notaba, el sí, siempre ha sido más sensible que yo para esas cosas—. Cambiábamos de turno para llevar mi maleta, la primera vez que quiso ayudarme la cogió de la forma mas natural posible, como si fuera de él, era más o menos pesada, mitad henchida de ropa y mitad de libros. Siempre me produce una extraña sensación de ansiedad e inseguridad sin salir al menos con dos libros, uno de los cuales tiene que tratar temas como fisiología humana y el otro sobre odio, muerte y destrucción —sobre todo cuando entro en crisis, vamos, nadie es perfecto—.​

    Nunca antes había conocido a un tipo así, al tiempo que parecía alguien que había salido del occidente para tomar clases de budismo, solo por hobbie, sus cabellos rizados y atavíos desaliñados le daban un semblante de rockstar. Al principio me sentía distante de mi amigo, aunque siempre he tenido dificultades para pensar en semejantes cosas como las amistades, decía que era mi amigo porque ambos teníamos la impresión de compartir una cosmovisión similar de nuestra existencia en el cosmos, claro que nunca hablamos de estos temas en específico, en eso consistía el carácter noble de nuestro diálogo. Luego de varios meses de la despedida, en una época donde Mefistófeles se apoderó de mi alma, en un trato similar que recuerda a cierto libro, en un pueblucho corrompido por la miseria espiritual de sus coterráneos, pensaba, mientras caminaba en círculos y llevándome la mano al mentón sobre como estarían los niveles de proteínas totales, hemoglobina, calcio, magnesio y fósforo de mi ilustre amigo, que si ya había comido algo, que si pensaría en esa misma noche visitarme en alguna forma incorpórea o fantasmal, luego de colgarse de algún habitáculo, en una noche fría corrompida por gruñidos de ratas, donde suelen vivir cierto tipo de indigentes o quién sabe si bajo algún puente. Mi amigo querido siempre ha tenido un carácter muy inestable, alguna vez llamó angustiado —se notaba su alterado estado de emotividad y exacerbado aún más por, probablemente, algún tipo de droga—, sobre cómo consiguió comunicarse con los muertos, y yo claro, con mi habilidad semiológica le creí, él necesitaba que alguien le creyera y yo lo hice. Quiso visitarme alguna vez pero tuve que negárselo porque ya tenía alojada a dos prostitutas, en ese entonces pensaba que era más noble en darles charlas de rehabilitación o psicoterapia a estas chicas, que alojar a mi amigo querido, las meretrices no cocinaban y apenas si sabían escribir, el trato —siempre hay tratos, en eso consiste el carácter repulsivo de la especie— consistía en sexo y quehaceres domésticos, pasaban casi todo el día viendo revistas sobre cosméticos y apuntando con sus dedos y uñas bellamente embadurnadas de colores varios, parecían chifladas con cada cosa que veían en esas páginas, yo, empero, pensaba en la cantidad de bacterias, parásitos, hongos y virus, sobre todo virus, que una de esas manos habría alojado a lo largo de su existencia, pensaba en la voluntad de la materia y sobre la materia que alberga esta voluntad y por alguna razón, de la cual comprendo exactamente su etiología, me sentía triste y mas aletargado que de costumbre, pasaban el día entero chismeando: entre risitas ingenuas y elucubraciones timoratas, viendo la pantalla del celular de última tecnología que saben tener ellas y ese tipo de cosas que hacen las mujeres, incluso las que creen que no son prostitutas, siendo uno de los pocos médicos rurales en ese pueblo era lógico que estas mujeres estén viviendo conmigo, me da un asco mortal el considerar engañar a un mujer recatada para hacer uso de su sexo, es un llamado natural de la especie en el que la voluntad, que no el amor poético, traiga más bastardos al mundo, incluso en las empresas matrimoniales tradicionales y no tradicionales, había entonces algunas compañeras, también médicos, la mitad de ellas se embarazó en el año de servicio rural y sus parejas, eran, claro también médicos. Una de ellas, una madre soltera, trato de engatusarme con el tema del futuro de su vida, la tristeza de que el tumor que salió de su vientre crezca, aún más, sin un padre y como su dios intercedería en tales menesteres, uno de esos dioses —le decía— puedo ser yo, ahora mismo se maquinan los acontecimientos en los cuales podrías, tú, considerarme, en un potencial futuro tu dios, mártir y puede que hasta verdugo, el clímax de esta charla concluyó en su llanto y cabeza inclinada sobre uno de mis hombros, ella con sus tretas me había obligado a entrar en una iglesia, la voz del sacerdote y los cánticos de las monjas le daban a este escenario un ambiente más que misterioso, en fin… ¿las cosas que tiene que hacer uno para parecer normal en la vida?, cosas como estas siempre me matan de risa, y yo, me hacía de la vista gorda cuando mis huéspedes me robaban, nada de valor, solo cosas.

    Meses antes sabía que estos acontecimiento era plausibles, mi diario versa sobre temas que aún no suceden, como una novela sobre utopías o distopías y los personajes siempre aparecen tal y como los describo, pero decía, por tal motivo había llevado una lavadora, estos aparatos son una maravilla para los médicos solteros empedernidos, y dos catres, no sabía que necesitaría tres, el resto de cosas sin valor para el resto de personas consistía en una biblioteca con libros sin un orden en específico, uno que otro trapo viejo para ponerme encima y protegerme del frío…¡ah! y una bata blanca, tejida por mi madre en invierno.

    Juro que si iba a los burdeles de mala muerte que había en ese pueblucho me hubiera salido más caro. Todas estas cosas le contaba a mi amigo y el solo se reía, pensaba seguramente en cosas como la libertad y la libertad en la que vivía él, sin responsabilidades, entre el ruido de los coches y poesía callejera, esto seguramente justificaría mis medios, según él y quedaba, por antonomasia, indultado.

    Mientras escribo no sé qué haría sin que mi esposa me bendijera antes de salir al trabajo, donde pululan como cucarachas los malditos, para acto seguido darme un beso en el entrecejo. No hay día que justifique más la belleza de existir que la sonrisa sincera de una mujer, que no hermosa, solo sincera y nada más, para lo demás la solución final se encuentra en lo alto de un techo con una soga. Mi amigo Elías no sabe a dónde ir, probablemente porque es demasiado libre, ahora solo lo veo entre comentarios de redes sociales y extrañas ideas, él desea la inmortalidad a toda costa, pero sigue siendo el mismo, un anarquista pasivo implacable al igual que yo, con la diferencia de que él lucha por sobrevivir, yo por el contrario embuto caviar y pisoteo la esperanza del vulgo desde un departamento de lujo de un piso cincuenta.

    http://diariodeunmediconihilista.blogspot.com/
     
    #1
    Última modificación: 25 de Febrero de 2016
  2. Jorge Lemoine y Bosshardt

    Jorge Lemoine y Bosshardt MAESTRO

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    Hermosura espléndida de excelente creación, maravilla divina.
    Jorge Lemoine y Bosshardt, "Estrella Máxima" de Mundo Poesía.
     
    #2

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