Un fénix rojo

La mujer le dijo que buscaba a Genaro Baccarini, y él lo primero que pensó cuando la vio, fue que ella era una inspectora municipal, o una representante de la agencia de recaudación del estado y que lo que iba a hacer era pedirle los papeles en regla del negocio.
Y no fue nada del otro mundo que supusiera eso, porque las personas que entraban a su local no se vestían de esa manera, ni usaban un perfume como el que envolvía a la visitante. Sus clientes promedio emanaban otro tipo de aromas menos santos, o más bien de dudosa higiene personal.
Traje básico de saco y pantalón gris, blusa de lino de color beige, zapatos clásicos, cabello brilloso e impecable, un maletín negro, todo menos una clienta.
Además un lunes a las diez de la mañana, cuando recién abría, y solo lo había hecho para limpiar un poco esa cueva oscura y atender futuros turnos, porque el primer trabajo lo tenía pactado recién para las tres y media de la tarde.
Se quedó mudo antes de responder “soy yo”, y esperó que la mujer le pusiera cara de vinagre y le pidiera la papeleta que no sabía cómo su contador mantenía en orden. Los empleados del estado lo ponían de un pésimo humor.

-Me quiero hacer un tatuaje, el primero en mi vida, pequeño, en el hombro, un fénix rojo, si puede ser. Vine porque me dijeron que sos muy bueno. Algunos alumnos me mostraron tus diseños y me gustaron mucho. Doy clases en la escuela de arte que está enfrente.

Genaro siguió mudo, hasta que tuvo en cuenta que tenía que despertarse.
Cambió la cara de dormido- asombrado- preocupado, por un gesto más normal y respiró con alivio.

-Claro, claro, por supuesto que se puede hacer, pero si es el primer tatuaje y querés un fénix, te tengo que advertir que por más reducido que sea, lleva muchos detalles en el trazado de las plumas y después en la aplicación del color y en el sombreado. O sea, te va a doler bastante, y más si no estás acostumbrada. Por ejemplo, te podés descomponer, te puede bajar la presión si no comiste y siendo pegado al hueso es… complicado el tema. Vos dirás.

-Yo diré, y digo que sí. ¿Con todos los clientes sos tan explicativo, cuidadoso, así como de pros y de contras?

-La verdad que no. Es que francamente te veo, y perdoname la expresión, no te ofendas… “blandita” para estos asuntos de agujas.

-Estereotipos, es verdad… bueno, si yo te juzgara por tu remera casi negra, cliché, estirada y arrugada, tu cara de trasnochado, mal dormido que todavía no desayunó, tu barba de algunos días, tu pelo largo divorciado del peine… no me atrevería a poner mi piel en tus manos…

La mujer guiñó un ojo y sonrió y Genaro nunca supuso que le contestaría como lo había hecho.
Puntualmente la frase “mi piel en tus manos”, quedó sonando en su cabeza y lo inquietó a un nivel poco común.

-Ok, nada de apariencias, capté, mis disculpas ¿y profesora de qué, sos?- preguntó mientras le acercaba láminas con varios diseños de aves fénix.

-Historia del arte, y me llamo Fiamma. No tengo cara de Fiamma, como vos no tenés cara de Genaro.

La mujer enseguida eligió su dibujo y se acercó al sillón de “tortura voluntaria” de la trastienda del local, con una soltura muy notoria.
Se quitó el saco gris y luego comenzó a desabotonarse la blusa, hasta dejar visible un top negro con un borde de encaje morado de lycra ceñido sobre el busto, que dejaba al descubierto la armoniosa forma de sus hombros redondeados.
Genaro Baccarini no podía negar que ya lo había visto todo.
Había tatuado partes privadas, incluso había intercambiado tinta por sexo, alguna que otra vez, pero nunca, jamás en los más de quince años que llevaba en el oficio, había tenido una clienta que lo descolocara tanto.
Las que eran como las que se suponía que ella era, si se les antojaba un tatuaje, se iban a las casas famosas de la ciudad; no elegían agujeros sombríos y retirados con muros de decoración opaca, como era su guarida de pocos clientes.

Entonces, y mientras sin que ella se percatara que se ponía en la boca una pastilla de mentol, sintió cierta vergüenza por su remera arrugada de tipo solitario que no se fija en la estética y antes de empezar con la tarea del fénix rojo, se ató el cabello en una cola, como para buscar verse más prolijo y se colocó unas gafas cuadradas que a esas alturas le eran imprescindibles.
El aroma fresco de su clienta lo incomodaba. Había “algo” en el aire, algo que nunca antes había experimentado. Una cosa era la atracción instintiva que conocía de sobra, y otra muy diferente era la famosa tensión sexual de la que se hablaba en los últimos tiempos en los programas de radio y televisión, y que hasta entonces le había parecido una idiotez de columna amarilla en la sección más cursi de algún periódico digital. Estaba entendiendo el punto y corporizando algo muy concordante con esa idea.

-Genaro…te queda muy bien el cabello en orden, te resalta la mirada.

-¿Si? ¿Tendría que peinarme y venir a tatuar así prolijo, onda saco y pantalón, chaleco, tal vez?

-Sería un buen contraste con el lugar, estarías quebrando tus propias reglas. Romper reglas no es esa cuestión extrema que creen algunos. Romper reglas es atreverse a ser distinto, a no mimetizarse con el ambiente. Esa es la verdadera rebeldía.

-Como vos con tu fénix rojo. ¿Estás renaciendo?

-Sí, me estoy animando, podría decirse. No hay más motivos extraños para hacerme este recordatorio de fénix. Volver a nacer, dirigirme hacia más. ¿Y vos creés que yo debería ir a dar clases a la escuela con un jean usado, una remera negra con el logo de una banda de rock alternativo y usando maquillaje oscuro?

-No, no tan así, esas remeras no tienen forma, pero un cambio intenso no te vendría mal. A ver… si te portás bien y no te quejás de mis agujas, te invito un día a verme tatuar con otro estilo- camisa y pantalón- y peinado; digamos vestido como para un sábado a las cinco de la tarde en un bautismo, y vos ese día me venís a ver con los jeans… ¿dale?

-Dale- dijo Fiamma extendiendo su mano hacia Genaro para sellar el acuerdo.

Me contaron que la cueva de poca luz hoy en día está más limpia y que se acercan más clientes porque hay una profesora menos estándar que cuando sus tiempos se lo permiten toma los turnos, y cuya amabilidad atrae un abanico más amplio de personas.
Me contaron que a Fiamma y a Genaro se los suele ver en esos cafés donde se juntan los estudiantes de arte. Que en ciertas ocasiones ella luce como una dama gótica y él va de elegante sport, u otras veces llama la atención una mujer de atuendo tan formal, comiéndose a besos con un rockero de remeras gastadas.
Me contaron que la piel de ella definitivamente se quedó en las manos de él. Que los dos fueron más allá del concepto de tensión sexual.
Que para el amor no hay apariencias ni estereotipos. Que solo hay que atreverse a cambiar la mirada. Y que cambiar significa renacer.

Como el fénix.

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Nota: copyright 2011, relato breve con notas de comedia romántica cuya única finalidad es entretener.
Escrito con modismos argentinos, no en español neutro.

 

Me encantó ese final que le diste !! Buena disposición para la prosa !! Te dejo mi cariño de siempre bonita.

 

Excelente narración bien trabajada... la verdad es que tienes muchísimo estilo en todas las facetas de la escritura, querida amiga Ccy. Deliciosa lectura, enhorabuena. Un abrazo.

 

Amigo, siempre me gustó escribir relatos breves, este es de 2011, de una serie que tengo de temáticas de tatuajes. Tengo cuentos de temáticas de teatro también. Algunos los subí en mi etapa anterior.
Me alegra mucho tu huella en este lado de la casa que es menos popular.
Gracias inmensas por el cariño que anima a seguir.
Un abrazo.

 

Muchas gracias, querido amigo por llegar a estos espacios de líneas más largas, por tu generosidad y tu tiempo.
Es como hacer una reunión y que nos visiten los seres más cercanos.
Un gran abrazo.

 

Disfruto con los relatos. Son historias que ocurren, que pueden pasar cada día en cualquier lugar. Gentes, que no es como se visten o donde trabajan, sino lo que hacen. Gentes que se cambian en múltiples ocasiones para seguir siendo ellos mismos, para poder ser ellos mismos, aunque a los demás les cueste entenderlo. Gentes sencillas, pero no simples. Gentes que tienen sus vivencias y las llevan con orgullo, como se lleva un tatuaje. Y cuando dos personas así se encuentran, tiene que saltar la chispa, el fuego de amor que brota de dentro; personajes que se reconocen bajo sus disfraces del día a día y saben dar valor al interior.
Tenía que tatuarse un ave fénix, el ave que renace de las cenizas, el ave que representa a quien cada mañana se recompone y resurge para la jornada, preparado para lo que la vida le depare en cada momento.
Es una historia romántica, de amores que terminan bien, como las historias que más me gustan. Muy bien escrita, con los modismos que he tenido que buscar para entenderlos y disfrutarlos. Y está tan bien narrada que es como si nos cogieses de la mano y nos llevases paseando por cada renglón. Por estas cosas merece la pena estar en este Portal, hubiese lamentado haberme perdido estas líneas. Que tengas un gran día Cecy. Un abrazo.

 

Esta prosa es parte de una serie con temas de tatuajes, también tengo historias con teatro, a diferencia de Mundo agradable, que es nueva, esta es una reedición.
Tuve que reducirla, en realidad la historia original la narraba Aldana la única hija de Genaro, divorciado de su mamá, que, cansada de novias no agraciadas y problemáticas que su padre le presentaba, junto con su novio le recomendaban a la profesora Fiamma el local de tatuajes, generaban el encuentro, con la seguridad de que a él le gustaría y la chica tendría por fin una madrastra de su agrado.
Aquí reduje para que no fuese tan extenso el cuento, cuya finalidad es sacar algunas sonrisas. Me gusta escribir de todo, solo que voy a ir despacio.
Gracias por tu tiempo leyendo mis líneas, gracias siempre por estar, por hacer que sí tenga sentido que pesen más las cosas buenas que surgen escribiendo.
Otro abrazo grande .

 

Deliciosa fluidez narrativa. Cuando el lector menos lo piensa se da cuenta de que fue atrapado dentro de tu escena teatral.
Digo "disfruto" leerte por no escribir otro verbo.
Igual a esta altura de los acontecimientos tendrás claro que cuando publiques voy a estar, dear.
Otro beso en tu mano.

 

Sé que todos tus verbos son buenos, tus adjetivos y sustantivos también.
Gracias por animarme, yo nunca esperé que alguien de la tierra que ya no existe estuviera acá. A veces me parece puro surrealismo. Y me gusta que así sea, me gusta que haya sorpresas lindas.
Un abrazo.

 

Qué gran placer ha sido leer este relato mientras tomaba un café esta mañana, Cecy, qué buen momento, gracias.
Es que escribes de maravilla, sin artificios, sin palabras que sobren.... y creas situaciones y personajes totalmente creíbles.
Ya me gustaría a mi poder escribir relatos así, que fluyen con tanta ligereza y contundencia, me ha encantado.
Ah, y además con un mensaje tan positivo como real.... "solo hay que atreverse a cambiar la mirada."
Nada, tendré que seguir leyéndote a ver si se me va pegando algo.
Con todo el cariño, un abrazo con algo de envidia muy, muy sana.
Javier

 

Este relato es una adaptación de otro, mucho más extenso, que publiqué allá por 2011 en otro portal de prosas, hoy inexistente, sitio en el cual fui inmensamente feliz narrando, y del cual obtuve amigos hermosos que hasta hoy conservo, y que incluso conozco en persona. Siento una profunda nostalgia al recordar esos días y el clima bello que se vivía en ese lugar. Te aseguro que era mágico.
Tuve varias series temáticas, de teatro, de casas, este es de la serie "tatuajes".
Aquí solo llegan a leerme unos pocos en líneas largas, por eso aprecio tu gentileza.
Gracias por dejarme tu huella y si te causé un buen momento de café y palabras, me alegro en verdad.
Creo que podrías escribir las prosas que quisieras, solo es cuestión de que te lo propongas.

Un abrazo.

 

Porfa, dear, compartite acá en relatos extensos la versión full de este cuentazo y te pido que vuelvas a subir "El último beso".
No es presión pero sí son ganas de que aquellos días se puedan de alguna manera recrear.
K.i.yh
y un mega abrazo que ahuyente el frío de nuestra "Gélidos Aires"

 

Nop, amigo mío, así está bien y no te olvides que acá es acá, y nunca podremos recrear, como vos decís, aquel clima.
Lo de "El último beso" podría pensarlo. Es un cuento que quiero mucho.
Ya sé que no es presión, o quizás un poco sí, pero la tuya es una insistencia hecha desde el cuore grande que tenés. Y por eso me ponés de lágrima floja, me conocés bien.
Y sin dudas hace menos frío con tanto cariño que recibo de vos.
Abrazo bien fuerte y gracias por estar (bello verbo)

 

Un accidente del camino mientras tecleaba el celular me abrió esta narración de un testigo por fuera y cercano.
Al principio intrigado por los comportamientos de los personajes, que no me cuadran con la típica novela de se conocieron - enfrentaron problemas - se volvieron a juntar. Me daba la impresión de una comedia de stand-up que en medio de reflexiones sobre la naturaleza humana te arranca sonrisas y carcajadas luego sin que te percates.
Mi mente (en primera persona) se involucró en el tenor del narrador... y caí inmerso testigo del resto de eventos (en tercera persona).
La barriada cruzada por la típica callejuela de junto a la universidad.
A cada lado de los bordillos se sucedían desde la esquina, el local colorido de yoga y meditación, el abarrotes del hijo de gallegos (tercera generación), un antro semi-indefinido entre pizzería-bar-karaoke-o lo que quería el estudiantado cada noche, junto un taller estudio de fotografía y pintura... y el resto de cuchos que cambiaban de letreros hasta la otra esquina y trimestre.
Cruzando el empedrado, una óptica con ofertas de celulares, el ropero de último minuto por si cambia de golpe el clima, una vieja barbería convertida en tattoo site... conservando el viejo farol giratorio a tres colores en espiral, la panadería con sus vitrinas robando espacio al portal... y el infaltable cafetín de ciudad, con sus inefables mesas y sillas de hierro entorchado.
Y es el que el detalle de la escena te inunda no solo la vista imaginaria, los cantos desafinados del tugurio, también las texturas de las ropas, el sabor del pan... el olor del café. Te colapsan los sentidos.
Anhelás vivir esa realidad de letras, y envidiás, ni modo de negarlo... envidiás ese chimento sobre dos desconocidos.
!Pero qué pedazo de mina¡. Mirá que lanzada muy clara... sobre lo que buscaba. ¿Notás?
Y el tipo... noo... achicado como si fuera el último asiento de la galería. No estaba en sus cinco, ni seis ni siete. El reloj se le descompuso por 23 horas y 58 minutos... los dos minutos faltantes marcaba bien.
Y la acorto, porque esto se alarga y luego no caben más letras de otros.
El detalle de los sentires apunta a que hubieron muchos instantes de conocerse sin tratarse... un encuentro de ¿será verdad??? Donde la intriga te vende más que el diario del quiosco.
En fin.
Me gustó.
Pero me deja en la boca la sequedad del vino... y las ansias de beber más.
¿Flaca... esta historia era más larga?... !no me chamullés!

 

Este relato no es fragmento, sino adaptación de una comedia romántica más extensa que publiqué en un sitio de prosas que hoy ya no existe.Estuve allí por muchos años, el público era netamente de prosas, había que escribir extenso y los comentarios eran verdaderas maravillas de lectura comprensiva e intercambio positivo. No exagero si digo que había amor al arte en cada interacción con algunos compañeros.
De ese lugar conservo amistades hermosas y tangibles, no virtuales, hasta hoy.

El cuento es la historia de la única hija de Genaro, que harta de las malas elecciones amorosas de su padre, separado de su mamá, decide vincularlo a la profesora Fiamma. Me divertí escribiendo esas descripciones que hacía la chica acerca de las "novias" de su papá y fue una comedia que me dio muchas alegrías. Fui muy feliz en ese sitio.
Este espacio no tiene ese público, aquí la mayoría cultiva el poema y los poemas tienden más a la vivencia que a la ficción. Por eso ese clima que se vivía en aquel portal, aquí no se puede reproducir.
A veces, y por nostalgia, traigo algunos vestigios de aquello, obras reducidas, adaptadas de los originales.
Este es el caso, y por eso intuyo que te queda esa sensación de querer saber más. Pero lo dejé en un relato breve, como para no olvidarme de lo mucho que disfruto escribiendo en líneas largas.

Lo que escribiste en el comentario es una introducción ideal, un contexto para una historia de amor quizás no tan ligada a la comedia romántica, sino para esas situaciones cotidianas, que a mi manera de ver, son las mejores.
Quizás puedas armar un relato con ese contexto. No me caben dudas de que te quedaría muy bien.
Muchas gracias por tu tiempo de lectura.
Feliz media semana.

 

Me puse a leer los comentarios posteriores y tuve más luces.

Público hay. Lo que habría que afinar son los formatos. Luego me explayo.

He pasado por varios formatos. Así que haré un intento.

Igualmente Cecilya. La mejor semana para ti.

 

sorry cecy, pero leí este relato con acento argentino. me gusta mucho cuando en un escrito, en un relato o en un poema, se usan modismos y giros locales de manera intensa. el español que hablamos no es neutro, eso es una mariconada.

por eso cuando se escribe como se habla, provoca una sensación tuani.

más allá del romántico 'mi piel en tus manos' que es precioso - y si le ponés música, hasta armás una canción- hay una línea que llamó mi atención. ésta:

ese ¿sí? inicial y toda la sentencia completa, tratando de caminar en los zapatos del personaje, lo siento como un punto de timidez y nerviosismo de mucha ternura. hablando de caminar en los zapatos del otro, al final la vida y el amor van un poco de eso. aunque seguro que al cabrón del genaro no le entraban los tacones.

un gusto leerte, como siempre.

salud a vos.

 

Es que el Genaro de la historia original sí es un cabrón, no sé de dónde lo saqué pero fue genial ir llevándolo. Este cuento es una adaptación reducida de algo que disfruté mucho y me reí mucho imaginando y escribiendo. Me hacía bien. Me hizo bien de verdad.
Subir estos relatos es un poco acordarme de esos tiempos felices de las letras como algo lúdico.
Y el argento puro se presta para el juego.
Muchas gracias, amigo por ese tiempo que te tomaste para leer.
En serio que las gracias son en todos los idiomas.
Salud y una sonrisa.

 

Me acabo de regalar un excelente desayuno con tu poema, y no desayuné nada fuera de lo normal.
Decididamente me declaro fans tuya, me gusta todo lo que escribes. Tienes una prosa ligera, fácil de leer, y tan bien elaborada que engancha. Por otro lado, dibujas tus personajes con tanto realismo que se pierde la noción de la realidad para adentrarse en la historia.
He leido los comentarios y espero que compartas de algún modo tus otros relatos. Los disfrutaremos sin duda.

 

Tengo algunas prosas acá, pero con respecto al cuento puntual que pidió mi amigo en su devolución más arriba, si lo subo te aviso, obviamente sin presión ni compromiso de comentario, simplemente para que lo leas.
Muchas gracias por todas tus palabras generosas, de corazón, Luz.
Un abrazo.

 

Estaré encantada de leerlo. Y... respecto a mis palabras y las de los demás compañeros, las mereces todas y cada una.
Besos