Un final inevitable

Como se inicia una carta que no quiere ser escrita.
Yo comencé con una hoja en blanco y un poco de tinta.
Empecé por reconocer la verdad, mi primer paso,
aceptar que no habrá felicidad, solo un triste ocaso.

Tantos problemas eran los que en mi cabeza revoloteaban,
y con algo más de suerte vi como en el folio se plasmaban.
Como decir: “ya basta”, era mi pregunta más frecuente,
ya basta… ya basta… era todo lo que tenía en la mente.

Solo hay una salida pensé en un acto de desesperación,
suicidio… era lo que creía más sencillo, la solución.
Pero sabía que esa palabra venia de la mano con cobardía,
mas que yo sepa valiente no soy, que mierda la vida mía.

Solo… solo… una y otra vez en silencio repetía,
solo… solo… y sin que nadie supiera en el fondo yo sufría.
Renegaba a la vida por no darme como a muchos: suerte,
dinero, amor, belleza… yo tan solo veía mi final: la muerte.

¿Qué fue lo que hice para merecer esto? Me cuestioné.
¿A caso soy malo?, ¿no sirvo para nada?, es que ¿en que falle?
Yo siempre intentaba dar lo mejor de mí en todo,
y como me lo pagaba la vida… hundiéndome más en el lodo.

 

Cabalga el valle dorado de tu inspiración
cura tus dolores con páginas del alma.



Un verdadero honor leerte en esta grata presentación poética, que aun bajo los tonos grises de tus trazos no logran empañar la belleza conquistada. Mis sinceras felicitaciones poeta.

 

Un ocaso de elección...
hoy soy la peor critica, mejor guardo silencio.
Kisses.

 

Estremece, una poesía conmovedora y superior muy bella.