Un golpe seco

Pasé horas buscando en mi viejo baúl un poema que hablaba de un golpe seco al alma, al corazón y no encontré nada, ¡¡nada!!, pero es que alguien en el mundo tiene que haber sentido alguna vez en su vida un golpe tan seco al alma, como que si un millón de puñaladas se clavaran al mismo tiempo en el pecho, tal vez algún escritor habrá llorado, así como otros simplemente lo leyeron e ignoraron de manera tan tajante por una bronca incontenible, y bueno, después de todo esto me dejó sin ni una palabra, totalmente mudo y fue el principio del fin, como una atroz herida que no cicatrizó, no cicatriza, ni cicatrizará jamás, los consuelos para el corazones se esfuman y desaparecen como agua para el sediento, y me pongo a pensar en los muertos de pena, pienso en la esperanza vendida al peor postor en una desesperación incesante, el retorno del incondicional amante que regresó y regresará eternamente para que la misma historia le volviera a destrozar su ilusión en mil pedazos, mucho peor, en cien mil pedazos, muchísimo peor en ochocientos mil pedazos y recién entender por que es tan difícil encajar esos ecos de tanto desastre!!, me acuerdo de vos tan intacta, como una fría porcelana con descolorido corazón, me acuerdo de vos desaparecida como una viuda que espía gritando en un balcón sobre los hombros su viejo vecino, desvergonzada vivaracha luchadora sentada en una butaca sonriente laburando y laburando sin parar, recuerdos que se vuelven a cada segundo obscuros y desarreglados.