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Un grito para el tren

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Elik0575, 1 de Diciembre de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 418

  1. Elik0575

    Elik0575 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Esperaba que los poderosos ángeles me salvaran de estas cuerdas que atan a los carriles del ferrocarril. Cualquier cosa era posible, porque si aun no entendía cómo llegué hasta aquí, seguramente algo ocurriría para llegaran a mi auxilio.

    Posiblemente alguna estrella, de esas que se ven en el cielo, desearían bajar y ayudarme, pero el silencio era roto por mis palabras pidiendo ayuda.
    Creo que me encontraba como a mil cien millas de distancia hasta la próxima estación, el desierto era grande y el frío ya congelaba mis manos. Creí que si cantaba mis antiguas canciones, las mismas que me había hecho famoso, podría de algún modo sentirme seguro. Aunque, para ser franco, temía que, por esto lados pasara el tren de las once y este me llevara a otra dimensión que no me gustaría conocer.

    Decidí orar, supongo que fueron las oraciones más sentidas que alguna vez hice, incluso, hice promesas que hasta yo mismo sabía, que si salía de ésta, no cumpliría. De todas formas oré.
    Estaba un poco aturdido con respecto a la hora, no tenía idea si eran las nueve y media o eran las diez, la única manera de saberlo, era cuando pasara el tren de las once, once en punto exactamente debía seguir por estos lados.

    Debo confesar que me juré muchas cosas, y hasta ya me había reformado, mientras tanto trataba de quitarme las sogas que me amarraban cada mano y cada perna, pero todo fue infructífero. No sé por qué, más mirando hacía lo lejos vi una luz que venía avanzando. Me parecía que estaba como a unos cuarenta y cinco minutos hasta llegar a mí, porque no había muchos sonidos y supe de inmediato que eran las diez y cuarto. ¡Juro que fue el único calculo que realicé en mi vida con tanto pesar!

    Así que me quedaban aproximadamente menos de una hora para morir. De mis ojos, que jamás había derramado lágrimas por nadie ni para nadie, salían gotas de agua, y de mi frente, un sudor despierto y activo como nunca más sudé.
    En mi espalda se sentía ya el temblor de los rieles o bien eran mis rodillas que se golpeaban con el metal y la madera. Bueno, si me quedaban algunos minutos de existencia, por lo menos haría algo que en caso como esto es raro hacer, reír.

    Así que me empecé a reírme como un loco y a desafiar el tren que estaba como a quince minutos de mi alma. No podía creer lo rápido que había avanzado, o fue que saqué mal las cuentas de la distancia y por ende, también las de la hora. De todas maneras no importaba si faltaban quince o diez minutos, iba a morir gracias a un tren.

    Me llené de pronto de una valentía tan cobarde que empecé decir: ¡Ven maldito tren! Vamos ¡Qué esperas para matarme! ¡No te tengo miedo! -aunque mis piernas decían todo lo contrario-. Anda y pásame por encima para ver si eres tan despiadado como dicen.
    Ni yo mismo sabía lo que estaba diciendo.

    La luz era ahora muy fuerte junto con un sonido estruendoso. Era la hora de morir y el tren se encontraba a solo unos pasos de mí. Grité con todas mis fuerzas y fue lo último que pude gritar. Del resto, seguramente ustedes ya sabrán que ocurrió. Yo no sentí nada, el tren se fue con mi olvido.
     
    #1

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