1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Un limbo para Anselmo

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Pessoa, 23 de Octubre de 2020. Respuestas: 0 | Visitas: 244

  1. Pessoa

    Pessoa Moderador Foros Surrealistas. Miembro del Equipo Moderadores

    Se incorporó:
    14 de Octubre de 2012
    Mensajes:
    4.930
    Me gusta recibidos:
    5.623
    UN LIMBO PARA ANSELMO

    Era ateo e hipertenso. Por eso, por hipertenso, hubo de abandonar su antiguo oficio de talabartero . Ahora, cesante y sin otras ilusiones, meditaba tras de su vieja cachimba acerca de la difícil situación con la que enfrentaba la etapa senil de su poco azarosa vida.

    Había cenado apenas unas hojas de lechuga y miraba arrobado los tres capullos a punto de abrir con que le obsequiaba, por apenas unos riegos y algunas canciones, el rosal que adornaba su ventana.

    Y así, con tan inocente y estético pensamiento en su cabeza, un infarto, brusco e inclemente, lo trasladó al otro mundo, en el que él, desde éste, tan poco creía.

    Pero allí estaba, como una simple nubecilla, algodonosa e impoluta, como -ahora recordaba- había sido su vida. Ésta sí que era para él una insólita encrucijada. Porque bueno y honrado sí lo había sido, pero ateo hasta los tuétanos, también. Pasaron fugazmente por su “mente” reviviscencias terrenales que le hicieron temer su expulsión a otros paraísos menos gratos. Quizá al infierno.


    Pero no, todo esos fueron marrullerías de las sotanas para tenerlos sujetos bajo su férula. Cuántas veces él, como buen talabartero, tuvo que soportar, mientras adobaba un cuero rebelde, al cataplasma del cura de la parroquia, que con la cantinela de su hipertensión (“mira, Anselmo, cuídate, que no te quiero cantar el gori-gori”) trataba de desmontarle de su ancestral ateísmo.

    Miraba a su derredor tratando de localizar al alto tribunal que había de juzgarle, cuando un extraño ángel, rubio como un ídem, sin alas y con abundantes aditamentos pectorales (lo que los humanos llamamos tetas) se le acercó sonriente. “Mi querido Anselmo, te esperábamos. Acompáñame, que te presentaré a tus compañeros de eternidad”.

    Otro grupo de variopintos ángeles, rubios, morenos, que le recordaban a los conjuntos femeninos de algunos anuncios televisivos, lo rodearon al instante. “Anselmo, has sido casto, pero te gustaban las mujeres a rabiar, ¿eh, picarón?. Y te gustaban las rosas. Ahora podrás disfrutarlas por toda la eternidad, sin calderas hirvientes; sólo te queda la pena accesoria, pero más dolorosa, de no poder ver al que Es. De eso olvídate. Pero vendrás con nosotras a cuidar nuestro jardín, nuestra rosaleda infinita, para que, cada año, podamos celebrar a nuestra Venus Ericina en sus fiestas romanas. Este será tu premio y también tu castigo. Porque, como te decía el cura: “Nos verás, nos verás; pero no nos catarás”.

    Una extraña y perversa variante de los castigos eternos que nunca le habían sugerido ni en colegio ni en las charlas parroquiales. Todo un elenco de bellezonas, rubias, morenas, trigueñas... suculentas pelirrojas... y no poderlas disfrutar. Y él, que en vida odiaba el voyeurismno con toda su alma...




    [​IMG]
     
    #1

Comparte esta página