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Un miércoles de madrugada

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por tyngui, 4 de Octubre de 2021. Respuestas: 0 | Visitas: 314

  1. tyngui

    tyngui Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Anoche cuando volvía de la casa del gordo Lucas que organizó la juntada aprovechando el cese de la cuarentena después del Olivos gate.
    Estaba llegando a casa un poco mareado de alegría, es que habíamos tomado unas frescas. Jajaja es una manera de darle soporte a la llegada de cada recuerdo, tratando de disipar los veinte y pico de años que habían pasado de aquellos tiempos de júbilo laboral en Mataderos. Aunque ésto no afectaba para nada la función de mis reflejos, ni mucho menos el oficio de mis sentidos. Todo lo contrario estaba alerta, casi adrenalínico, por la ola de robos acaecidos en el barrio a partir de la medida de Alberto… Fue como si el deseo desesperado de la muchedumbre por salir, desatara con la misma energía el libre albedrío de la gente de mal vivir.
    Fue entonces que en mi andar sigiliso ya a una cuadra de casa descubrí con total estupor y asombro una hilera de montañas que por supuesto antes no estaba allí.
    ¡Dale!- Me dije- ¡Vamos chabón, dejá de alucinar! ¿Que te pasa? ¡Si vos vivís en Devoto man y acá no hay accidentes geográficos naturales!!!
    Fue como si Nagoya se hubiera transformado en una cadena montañosa y para llegar hasta mi casa tenía que atravesar la cordillera.
    Aparentemente no había otro modo de llegar a casa. Algo me decía que se trataba de una fantasía que tenía que sortear y si esto era un sueño, o una pesadilla, sabía que en algún punto tendría que pasar y que la ficción me escupiría como siempre a la cruda realidad.
    Ni bien puse un pie en la calleja que se había formado entre los montículos rocosos, comenzó a nevar y yo obviamente estaba protegido para una eventual ventisca primaveral, con mi clásica gorra negra, Jean, remera y un bucito liviano que tenía estampada la tapa del disco de Sanhaim November-coming-fire. Así que de repente estaba en Los Pirineos en medio de una tormenta de nieve con un atuendo casual y aparte me estaba orinando mal. De pronto pude advertir una especie de poterna como la que poseían los templarios en sus monasterios en el siglo XIII, que no era otra cosa que una alternativa de escape en el caso de ser invadidos o, de atacar al enemigo por la retaguardia. Sin titubeos me guarecí junto a la portezuela. La cabeza comenzó a girar a una velocidad tenue, casi rítmica, me embargó de pronto una secuencia de vaciandad existencial. Hasta me pareció escuchar de fondo la intro de Kletka un crudo postpunk de los soviéticos Molchat Doma.
    Todo el contexto se volvía por momentos insoportable, aunque había una parte de mi que lo disfrutaba, podría afirmar que el común de los mortales detestaría encontrarse en esta situación.
    Continué egresando por aquel subterfugio que seguramente me depararía algunas sorpresas mas, ante el oscuro panorama encendí la linterna del celular. El túnel era reducido y húmedo de modo que tenía que avanzar encorvado y pisando firme. Advertí de pronto una serie de sombríos acodamientos en los que encontré una sucesión de huellas confusas en el suelo. Por cierto bastante ilegibles para descifrar. A unos treinta metros se podía vislumbrar la salida, apresuré el paso con excitable sigilo. Llegando casi a la salida pude reconocer la puerta de mi casa, el pino que plantamos con Joaquín y a ambos costados, las casas vecinas de Don Miguel y de Alicia respectivamente. Todo el cuadro que evidenciaron mis ojos estaba dentro de una montaña mas pequeña, casi un médano gigante.
    Ni bien me acercaba iba dilucidando una especie de tumulto en mi puerta, pero no podía precisar con exactitud de quien o de quienes se trataba. Un poco sorprendido por la hora avancé cauteloso, observé azorado la extraña y horripilada fisonomía de uno de los seres. Era un rostro extremadamente exagonal, diría geométrico, de cuerpo robusto, cabeza luminosa y ojos rojos del tipo terminator, al principio pensé que eran cuatro pero ni bien me interiorizaba en la escena, realmente descubrí que efectivamente eran dos con sus sombras, mentes, o espíritus pegados al cuerpo material. Es decir se trataba de dos sujetos, compuestos por materia y una especie de alma holográmica comunicándose guturalmente.
    La breve charla parecía funcionar circundante detrás del ceñudo huésped, fue tan espontáneo el atenazar de la noche al pie de la montaña, además el fuego en su vientre que no cesó nunca, era tan real como sus ojos purpura.
    Los electrizantes sonidos nocturnos eran desconcertantes como el migrar incierto de mi propio futuro…
    La extraña brizna vistió su rostro rectilíneo, virulento e inmaterial de un color indescifrable para mi pobre razonamiento.
    Quise creer que estas entidades colaginadas pretendían conciliar algún tipo de dialogo.
    ¡Claro en mi pensamiento mediocre de humano medio que todo lo lleva a su lógica!
    Al final parece que efectivamente hubo conexión entre ellos, pero funcionó más como una sentencia que un simple dialogo.
    De las miradas abstractas y los sonidos guturales surgió una advertencia entre las sombras y no entre los cuerpos como lo dictaba mi consciencia.
    Me sorprendí casi indignado y después comprendí que nosotros los humanos creemos que todos los seres animados e inanimados debieran comunicarse e interrelacionarse como nosotros pensamos que lo deberían hacer.
    Recordé nuevamente la frase de luxe que le dijo Gandalf a Frodo en las minas de Moria… ¡Cuando tengas dudas confía en tu nariz!!!
    Fue en ese mismo instante en que el que parecía estar demandando, apagó el fuego, ensanchó el vientre e introdujo automáticamente y de manera violenta dentro de sí a la sombra del otro. Unos segundos después. La materia del otro, en apariencias acéfalo y sin vida o lo que fuere, acto seguido se evaporó bruscamente. Por supuesto que me asusté y habré hecho algún sonido que lo intimidó, ya que introdujo su cuerpo en el árbol que tenía al lado y su sombra se mostró transparente y vigilante, hasta desaparecer totalmente. Entonces todo quedó en la quietud total como la de cualquier miércoles de madrugada.
     
    #1

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