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Un milagro en el tirreno

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Piedad Acosta Ruiz, 23 de Enero de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 856

  1. Piedad Acosta Ruiz

    Piedad Acosta Ruiz Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    20 de Julio de 2011
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    El Costa Concordia el paraíso flotante, tenía 114.000 toneladas de confort, 300 metros de eslora, 1.500 camarotes, más de 4.000 pasajeros.

    El "Titanic", confort británico, de la White Star Line
    , para aquel entonces el más grande del mundo y considerado insumergible, se hundió cerca de la costa de Terranova durante su viaje inaugural, dejando 1.513 muertos y 711 supervivientes.

    El "Costa Concordia"
    naufragó el pasado viernes con unas 4.229 personas a bordo, a muy poca distancia de la isla del Giglio, en el oeste de Italia.

    El último balance provisorio de la tragedia es de 11 muertos, 28 desaparecidos y unos 60 heridos, muchos de los cuales se rompieron brazos y piernas al saltar del barco para salvarse.

    Escuelas y sitios similares se adecuaron para atender la cantidad de población que sobrevivió al rescate; una vez más, el mar muestra su majestuosidad, como lo hizo recientemente, con el terremoto, proseguido de tsunami que afectó el Japón.

    Eventos como estos, nos recuerdan lo vulnerable que es el hombre frente a la naturaleza, especialmente cuando se siente impotente al contemplar el coloso encallado como una bomba de tiempo; colocando en peligro uno de los ecosistemas y sitios históricos por excelencia, que marcaron la historia de occidente.

    UN MILAGRO EN EL TIRRENO


    Cuando el Arca de Noé encalló en el Ararat,

    al menos todas las especies las pudo salvar,

    en el Titanic y Concordia una vez más

    la vulnerabilidad humana cedió

    a los encantos de la majestuosa mar.



    Apolo, “ Agitador de Tierras”,

    a los lujos que viajaban por sus sedas,

    con su enorme brazo Atlántico,

    en tiempos gélidos,

    para darles su calor, los abrazó,

    estrechándolos contra su pecho,

    a la diestra el Titanic,

    a la siniestra el Concordia,

    con ternura a su cuerpo les ciñó.



    Esta vez no fue Rose, buscando

    en su bote salvavidas en las congeladas aguas,

    a su amado Jack, mientras otros navegaban

    escapaban y agonizaban;

    esta vez, fue Erika, paralizada con un grito de esperanza,

    sirenilla perdiendo su canto, mientras las aguas le iban llevando.


    Desde el Monte Capanna,

    los dioses del Olimpo advirtieron

    lo ocurrido en sus islas Cicladas,

    por sus azules cielos tan amadas ,

    por sus áridas rocas y la majestuosidad

    de los halcones peregrinos, muflón y cernícalos ,

    por sus robles, y prados floridos de artemisia,
    que para los humanos seducía por sus delicias.


    Archipiélago Toscano nacido,

    cuando la Venus,

    emergía de las aguas del Tirreno,

    rompiendo su diadema de perlas,

    que adornaba su sensual cabellera,

    con cada perla que caía,

    siete islas surgían,

    Elba, Giglio, Giannutri, Gorgona,

    Montecristo, Pianosa y Capraia.

    .

    Isla donde Jasón y los Argonautas

    se tuvieron que detener a realizar

    reparaciones a su barca,

    durante su búsqueda del Vellocino de oro,

    donde los dioses se embriagaban

    con las delicias del viñedo en las bacanales.



    La cuna de los venerados hijos de Zeus,

    Apolo y Artemisa y su mimado Giglio,

    emergido de la profundidad del mar,

    para alabar al sol y a las sirenas;

    impávidos presenciaron

    el Costa naufragando.


    Ni todos los carísimos héroes del Egeo,

    Ulises, Héctor, Patroclo, Apolo, Argamenón,

    Paris, Jasón, Hércules, Aquiles, Perseo,

    Atenea, Aurora, pudieron salvar la embarcación.


    Como las súplicas sacudieron el Olimpo,

    con las oraciones de la tripulación y Schettino,

    los magnánimos dioses de Hermes,

    recibieron el mensaje, y en el acto,

    a la mayoría de los tripulantes sanos y salvos,

    a sus hogares les regresaron,

    par nada les importó que fuera barco Italiano,

    menos aún, un legado del legendario

    Aristóteles Sócrates Onassis.









     
    #1

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