Un minuto, con voz y voto.

Déjame que te cuente una historia,
que transcurre, mientras damos vueltas a la noria,
como asnos salvajes que están bien domesticados,
o rebeldes que son alumnos, en el Universo, que por Dios ha sido creado.


Es el Ahora, tan extenso como el abracadabra o las palabras mágicas de los superdotados de Mensa.


En este preciso instante, los doce caballeros del Zodíaco,
están resolviendo problemas de matemáticas, moviendo las cuentas de sus ábacos.
Las Walkirias de Wagner, mientras tanto, cabalgan por la selva amazónica,
rumbo a las pirámides precolombinas, todas ellas hechas de piedra gris y maciza, elevándose.


Yo tecleo este poema, pero tú lo estás leyendo. Son momentos enfrentados.


Y sin embargo, es en vivo y en directo. Da igual si veinte mil años nos separan.
El caso es que los genios nos entendemos. Los inventores autodidactas.
Los grandes novelistas y cineastas. ¿ A que estoy quedando divinamente ?
En esta Divina Comedia, en la que andamos inmersos, desde hace miles de millones de años.


Éste es el cuento de las mil y una noches.





Una madre substituta, pero ¿ Le podemos hacer eso, a una madre ?
Una institutriz diminuta. Una canguro y ¿ Prostituta ?
Una prestidigitadora e ilusionista, que maneja su varita o batuta.
El minuto.


Si el Tiempo es una persona, que fluye como un río, y sus tramos son Pasado, presente y Futuro...


¿ Qué será una pequeña dosis, mínima ?
Sesenta segundos; ¡ Me hundo ! ¡ Necesito nadar, con urgencia !
Para alcanzar el sentido común, y huir de la incongruencia.
Pues la lógica es universal. Pero el Bien se compensa con el Mal. ¿ Qué haremos ?


Cualquier cosa, antes de odiar y ser blasfemos.