Un pueblo alucinante

Millares de esqueletos
titilan y pasean la ciudad
con sus bolsas de plástico
en vaivén al andar.

Llevan en ellas a sus carnes,
venas, arterias y órganos vitales,
y a sangres que gotean
la acera resbalante.

Parpadean luces de neón
y penetran los blancos de farolas
en los bancos abiertos y contentos
por recibir a las bolsas de un pueblo
que entrega alucinado su armafloja.

Sombreros de copas y fracs
brindan con cava con cada
una de las bolsas recibidas.

Miles de esqueletos titilan al andar.
Dentro de las bolsas huelen las narices
tortillas de patatas y sopas de Avecrem,
aroma que esparce la brisa de la noche.

Resuenan las bolsas al roce de los huesos
entre las hojas voladoras del otoño.

Reíd, alegraos, que a Jesús y a Cristo
lo vuelven a nacer.

 

Un poema todo originalidad amigo Évano
y muy profundo en los sentimientos que expresa.
Un abrazo, me ha encantado leerte.
No estaría mal que resucitaran a Cristo,
hace ya por desgracia mucho tiempo que su palabra
ha sido olvidada por los hombres.

 

Intensidad que estremece... un gusto volver a leerte amigo...
Te abrazo con todo mi cariño...

 

Un pueblo alucinante es este de tu poema.
Ha sido muy grato leerte. El final es muy bueno.
Jesus resucito y fue al cielo. Seria bueno que regresara.

 

Creo que a Cristo lo resucitan a la fuerza cada año, pero como muñeco de trapo, el de verdad no creo que asome por aquí ni de coña jajajja. Gracias, amigo, y a ustedes, señoras Darkness y Lourdes. Un fuerte abrazo a todos.

 

Aquí, simplemente estamos de paso
huesos y carne,
materia temporal, prestado
el mismo que retorna a la tierra
cuando nuestro ciclo termina,
solo subsiste la esencia
viandante pensamiento a través de los espacios
perfeccionándose para ser luz eterna.
Un ejemplo vivo, un Cristo interior
huella para seguir sus pasos
por senderos de amor y generosidad
del perdón.
Cada quien lo ve con ojos diferentes,
y una única verdad, EL AMOR.