Un ser virtual

Creo que nací virtual.

Virtuales son las medallas que gané al ajedrez,
pues no sé dónde están o quién las tiene,
el caballo de bronce y mármol del primer puesto sí,
ese se lo quedó el organizador,
como los copones de hojalata que te daban cuando corrías
como un poseso por calles de barro,
aquello que ahora llamamos atletismo.

Virtuales son los trofeos de fútbol,
el diploma como cuarto puesto provincial por un dibujo
donde cinco niños de razas diferentes se daban la mano,
los mismos niños que copié de una baraja de cartas,
los que aclaré al hombre asombrado que vino a ver a tal prodigio,
ante una hermana asombrada porque los ocho años de su hermano supieran pensar.
Si me hubiera callado quizá hubiera ganado el primer puesto
y una matrícula para bellas artes.
Pero no me engañé como nunca me engaño,
¿pues quién mejor que uno sabe hasta dónde llega lo que virtualmente sabe?

incluso la matrícula de honor de los estudios es virtual,
¿o era sobresaliente? ¡Qué más da!

El caso, es que fueron tan virtuales
como los galardones de poesía
ganados en estos últimos tiempos,
pues ninguno de ellos he tocado con mis manos.

Por todo ello me pregunto si yo no seré un ser virtual,
no por la virtud, que de allí ando alejado,
tanto como el resto del mundo de mí,
¿o soy yo el que se aleja como este universo estúpido?
¿O son los otros los que se han sembrado en la tierra
y andan despeinados dando vueltas
en esta peonza de mil giros alocados?

El caso, la cosa, como dije,
es que yo no fui un buen jugador de ajedrez,
ni un mediocre corredor de medio fondo
ni sin fondo;
no fui ni soy, no llego, ni mucho menos, a mediocre dibujante.
En el fútbol, con un pequeño milagro,
quizá hubiera jugado en segunda o tercera división.

Y lo de poeta y escritor a la vista está.
¿Pero qué otra cosa puede hacer alguien
al que lo han disparado como a una bala al espacio?

Al primer planeta que pille o aterrice,
me anclo y me entierro a media cintura y me despeino,
a ver si hecho raíces y ramas y frutos.
Claro que no me gustaría encontrarme con el principito ese de la rosa,
prefiero seguir volando hacia la porra espacial
mientras transmito con mi morse letras
o esas tres rayas tres silencios y tres rayas
que vienen a decir lo mismo que socorro
o ese ¿Hay alguien ahí que sea real?

Aunque ahora que lo pienso,
puede que este sea un planeta en el cual me he sembrado
y del cual salen disparados de vez en cuando
algunos de esos despeinados que se sembraron mal.

¿Por dónde andarán? ¿por dónde ando yo?
¿Dónde mis trofeos si no el ego que de nada sirve?

 

Pues sí, señor Vicente, somos muy pero que muy virtuales, un día nos dan al off, y a tomar por culo

Buen poema. Un abrazo amigo.

 

No se puede expresar mejor, señor Libra Luis. Se jode el ordenador y se acabó.

Gracias, amigo.

Un abrazo.