Un suculento cadáver

llevo muerto ya unos meses
pero me aprendí tan bien
la rutina de estar vivo
que la sigo realizando
sin que nadie todavía
haya caído en la cuenta
que ya no soy más que un fiambre

tenemos pues que temprano
me levanto de la cama
me doy un regaderazo
y me planto ante el espejo
para quitarme de encima
el exceso de gusanos
que deambula por mi cuerpo
de la cabeza a los pies
por ojos nariz y orejas
las axilas y la boca
mis necrofílicos huéspedes
se refocilan y cubren
como una segunda piel
mi ya extinta humanidad

al principio no pensé
que la tendría tan difícil
no eran muchos los intrusos
y me bastaba a lo más
con unos cuantos minutos
para quedar impecable
con una piel reluciente
con el pelo engominado
el pantalón bien planchado
la corbata en su lugar
un correcto caballero

hoy por primera ocasión
después de un tiempo ya largo
he tenido con tristeza
que constatar la verdad
no me quedan muchas horas
viviendo sujeto a este plan
mi limpieza ya es compleja
los gusanos no se acaban
me quito cien de algún ojo
y al punto ya hay otros cien
me desahogo una oreja
y sin mediar un instante
vuelve a quedar rebosante
y ya de plano ni cuento
lo que ocurre en mi entrepierna
que... no, no les cuento...

total que escribo esta carta
para decirles adiós
no es que si hiciera un esfuerzo
no podría seguir así
vivendo como un completo
caso de putrefacción
al fin impuesto estoy a eso
puesto que en vida fungí
como insigne diputado
de mi provincia y ciudad
pero una cosa es el arte
de chingarte a los demás
y otra totalmente aparte
ver tus huevos y tus ojos
sirviendo como desayuno
de unos jodidos gusanos...


¡compañeros: evitemos la corrupción!
¡sufragio efectivo, no reelección!

 

Algunos morimos antes de tiempo... Un gusto leerte, me gustó todo hasta el título, saludos!