Un susurro mortal

Un susurro mortal

detuvo su camino,

sendero de vida y sangre,

contuvo la respiración


Makena volvió y sus ojos chocaron

con el espectro nocturno,

cuyos ojos la penetraban

paralizando sus pensamientos


Aquel, entre sombras y reflejos

era su violador ancestral,

en nombre del dios irracional

que invocaba su espiritualidad


El guerrero la rodeó y palpó

con la culata del fusil,

la empujo hacia el arroyo

y desenfundó su daga


Makena bajo su velo azul

con su túnica polvorienta,

bajó la cabeza y obedeció.

Una ráfaga soltó al guerrero


Con los ojos enrojecidos

se cubrió y continuó camino,

no se volvió, pero,

veinte años hace, ¡recordó Makena!

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Suerte sobrevivir a tan terrible experiencia, las armas siempre sacan lo peor de la persona, nunca lo mejor, precioso poema, León, donde relatas los caminos de la violencia, un placer la lectura.

Saludos cordiales poeta.

Alberto.