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Una confesión improbable

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por penabad57, 2 de Diciembre de 2019. Respuestas: 0 | Visitas: 287

  1. penabad57

    penabad57 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Debe tener paciencia conmigo, Padre, yo soy un niño y esta es mi primera confesión. Yo, Padre, no sé expresarme bien, no solo por mi corta edad, es que no tengo facilidad de palabra y cuando quiero decir una cosa acabo diciendo otra. Eso me confunde y para no equivocarme lo que hago es quedarme callado. ¿Usted me entiende?, esto de confesarme, sabe, no fue idea mía, fueron mis padres los que ayer entraron en mi habitación para decirme: “hijo, ya es hora de que confieses tus pecados”. Se pusieron tan serios que me asusté, les dije: ¿he hecho algo malo?, no hijo-me dijeron ellos-es la costumbre, nosotros también empezamos a tu edad. ¿Y qué tengo que hacer?”Ser sincero, hijo, decir la verdad al confesor, contarle lo que tú creas que hiciste mal”. ¿Cuántos pecados tengo que confesar, papá? Los que te diga tu conciencia, hijo. Yo, Padre, me quedé a dos velas, pensé que lo que hacía mal debía de ser aquello sobre lo que después me castigaban mis padres, eso me orientó un poco, lo que ocurre es que, no sé si decírselo, me dio por pensar que si ya me castigaban mis padres de qué servía que se lo contara a otro señor al que no conocía de nada. Hoy por la mañana, Padre, cuando venia hacia la iglesia estaba muy nervioso, tenía un nosequé en la barriga y unas ganas de hacer pis que no se me pasaban. Yo, Padre, soy un poco torpe y no sé distinguir, exactamente, lo que está bien y lo que está mal, y eso me inquieta. Yo sé que los otros niños cuando alguien hace una cosa que les da rabia, le dicen: “tú eres malo”, sé también que pegar no está bien ni robar ni mentir, pero, no le voy a engañar, Padre, la verdadera razón por la que no hago esas cosas es porque a mí no me gusta que me roben ni que me peguen ni que me mientan, y pienso que si yo no lo hago a lo mejor no me lo hacen a mí. Bueno, lo de mentir, Padre, no lo considero tan importante como los otros pecados, yo creo que todo el mundo miente ¿No? Y por el hecho de que se confiesen no dejan de mentir ¿verdad, Padre? Y sé que hay pecados peores que otros, por ejemplo matar es el peor de todos porque si le quitas la vida a alguien ¿Cómo se la devuelves?, no es como robar, si te llevas una moneda siempre la puedes devolver, y luego está la viuda y sobre todo los hijos, yo sería incapaz de dejar a unos niños sin padre o sin madre, ¡quién los iba a cuidar! Pero, a lo que vamos, he pensado mucho durante el camino y mientras esperaba mi turno ahí en el banco ese del fondo, ¿por qué está tan oscura la iglesia, Padre?¡Hace tanto frio! He pensado, le digo, en lo que tenía que confesar, vamos a ver, me dije, le he dicho a mi amigo Pedro que era un tonto y un meapilas, ¿eso es un insulto, Padre? Es que se lo oí a mi papá el otro día cuando hablaba del vecino y como él es tan educado…ah!, vaya, ya me parecía que lo era, de todas maneras tengo que decirle que Pedro no se dio por insultado, sería porque tampoco sabía lo que significaba esa palabra aunque debió de averiguarlo esa misma tarde, se lo preguntaría a su hermano Luis que ya está en Bachillerato, porque al día siguiente me vino diciendo que el meapilas lo era yo, a mi como ya se me había pasado el enfado no me importó, nos reímos los dos y seguimos jugando como si nada hubiera pasado, ¿aún así es pecado, Padre? ¿Por qué? ¿Que lo que cuenta es la intención, dice?, entonces tendré que confesar que he pecado también con el pensamiento, tengo deseos de cosas que no se deben hacer: coger el monedero de mamá y comprarme unos pasteles o darle un pellizco en el culo a Julita que es una prima mía un poco tonta, ¿algo más?, bueno, si, también me acuso de tener mal genio, a veces me enfado mucho cuando se ríen de mí o mi papá o mi mamá me riñen sin motivo, me pongo todo colorado, aprieto los puños y me entran ganas de darle golpes a todo lo que tengo por delante. ¿Qué dice usted, Padre?¿que eso se llama ira y es un pecado muy malo?, no lo sabía, pero debe tener razón porque parece como si llevara un demonio dentro y me cuesta mucho controlarme, ¿las tentaciones también cuentan?. Se lo digo por la bicicleta de Jaime, ¡es más chula! Roja y blanca, de dieciocho velocidades, con amortiguadores delanteros y traseros, se la pedí una vez pero no me la dejó, es precisamente por eso por lo que tengo tantas ganas de ella, si me la hubiera dejado una vez, una sola vez, sería suficiente para no quererla más ¿Eso es como la fruta del árbol prohibido?, mi papá me explico que Adán y Eva se habían condenado por comer aquella manzana, desobedecieron a Dios y desde entonces pagamos esa falta. Me da miedo, Padre ¿Me iré al infierno si un día, sin que se entere Jaime, le cojo la bicicleta y doy una vuelta con ella? ¿Me condenaré sin remedio al fuego eterno?
     
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