“una Historia De Inviernos…”

Hace no siete días, cuando los años eran lentos y las sonrisas eran un alimento. Hace no mucho caminaba entre bromas disfrazando la milicia del amor. Hace no mucho tu música y su compostura eran cada vértebra que levantaba los asientos de mi pensamiento. Hace no mucho los días iban y venían, como cuando jugábamos con nuestra placidez. Hace no mucho los inviernos rojos sobre árboles que daban regalos yo siempre espere que en un momento aparecieras en ese árbol, haciendo el invierno la única estación. Hace no mucho tus labios eran cacao y yo el sobre que envolvía la dulzura tersa de mi corteza pasional.

Sin embargo los caminos son distantes, giran para todos lados como fuerzas espectadoras de vuestros tactos. Perdiendo toda noticia, toda unión, toda falsedad y verdad tuya; pensando en que no importabas, pero mi centro no te negaba. Todo fue como si yo fuera un muelle, viendo solo como peleabas con olas suaves y barcos que se entendían contigo, dándote todo y yo nada. Pero los cimientos de cada pasaje tienen un origen y ese cimiento fue el encontrarte para que volvieras a ser mi Monet. Ya que solo con distinguirte entre gentíos no me fue difícil ni mucho menos volver a amarte por que como magia o como quimera emergiste quemando mi desesperanza, volviendo a mi única estación el invierno.

Un invierno de no hace no mucho, un invierno que posee mi aura y alma con similitudes, una época donde la niñez y juventud es vida, una época donde los años no ciernen a la tempestad de los cambios.

Pero ahora recordando lo que mas despierta, es que mi cama como grito me boto de las sabanas, insinuándome que algo había perdido, que algo había sublimado en la inexistencia, algo que yo amaba había eclipsado. Entonces como noticia tu muerte llego a tocarme no a la puerta de mi silencio, si no a la cascada de mi vida si no llegando y ultrajando cada centímetro de mis “n” emociones y sentimientos.
Esa muerte que todos conocemos que todos escapamos con hipocresía por que algún día nos cansaremos y ella nos dormirá en sus brazos. Entonces di cuenta que le di la mano como si hiciéramos un trato, como diciéndole cuenta conmigo.

Así que el coraje de mis nucas broto, mi despecho por la vida nació y que la sensación de ser inepto ante la naturaleza me golpeo sin poder ayudarte a regresar a probar ese chocolate.
Fue enmarañado e irreducible las horas, los días y años siguientes, por que te recuerdo como si mis segundos fueran tu cuerpo y el ocaso fuera tu despido.
Te deseo en cada beso de labios extraños y así viviré, pidiendo disculpas si te enoja que no te olvide, pero es que así yo me cuido, yo evado así mis medios y así crece lo que mi pobre ser construye a través del tiempo…

atte: ROD…