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Una historia inconclusa

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por puroamor, 16 de Junio de 2017. Respuestas: 1 | Visitas: 342

  1. puroamor

    puroamor Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
    3 de Marzo de 2011
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    Género:
    Hombre
    Hubo no mucho tiempo atrás, una chica llamada Svetlana. Era ella una mujer de nobles sentimientos. Descendiente de una familia europea poco acomodada, había contraído matrimonio con el joven hijo de unos pudientes amigos de su padre. De mirada azogada y blancas escleróticas, de hablar pausado y dulce y una presencia grácil y elegante, la chica había vivido una vida sin privaciones al lado de su esposo, hasta que de pronto, su tranquila convivencia se vio sacudida por el escándalo de la traición. Desde entonces y decidida a guardar las apariencias, soportó en silencio la humillación de tener que sobrellevar su desdicha. Pero un día, cansada de escuchar los pretextos de siempre, Svetlana se marchó hacia la casa de su abuela. Mientras caminaba a paso veloz, veía como el panorama se iba volviendo a cada momento, más gris y tenebroso, producto de una feroz tempestad que se acercaba al pueblo, por lo que moviendo ágilmente su cabeza de lado a lado, buscó donde refugiarse. Observó que en una de las casas cercanas, había una puerta abierta y corriendo sin parar, se aproximó a ella de manera impertinente y no habiendo visto a nadie en el interior de la vivienda, optó por saludar tímidamente sin recibir respuesta alguna. Svetlana, temerosa el embate de la tormenta que se avecinaba, sin pensarlo mucho más, ingresó a la sala y se sentó sobre un mullido sillón que estaba frente a ella. Se acomodó a la espera de que alguien pronto apareciera . Sin embargo, al pasar el tiempo, sin que esto ocurriera y extrañada acerca del porqué esa morada se hallaba deshabitada estando tan próxima la borrasca, decidió levantarse y explorar en su interior, con la mera intención de localizar a alguien, mientras afuera, la lluvia arreciaba paulatinamente.

    Dando pasos sigilosos, avanzó hacia la habitación que estaba a su derecha y al asomarse notó que se hallaba vacía y con todas sus paredes pintadas de negro. Sobre ellas, había dibujadas cruces blancas de distintos tamaños. Eso la asustó mucho y con el corazón estremecido, corrió hacia el extremo opuesto y levantó la cortina que tapaba el acceso a una segunda habitación, se asomó con cuidado y encendió la luz y pudo ver en su interior una antigua cama de metal corroído por el óxido, un tocador con su espejo pulcramente decorado, dos sillas inservibles y un vetusto armario, sobre el cual fijó su atención al descubrir que sobresalían las largas mangas de un vestido blanco y en el momento, en el que, motivada por su curiosidad, estuvo a punto de ingresar al cuarto para examinar un poco más, un estrepitoso rayo cortó el suministro eléctrico y la dejó casi a oscuras, por lo que espantada, regresó corriendo a la sala y en la penumbra y tras el resplandor de otro rayo, vio asomar bajo el dintel, la figura fantasmal de un hombre corpulento y que presa del pánico se desmayó, golpeando con fuerza su cabeza contra el suelo. Todavía aturdida por el impacto, fue abriendo sus ojos poco a poco, sostenida por los recios brazos del hombre que la había asustado. Su mirada se mantuvo inquieta al notar que el hombre aún no la soltaba y que la miraba, fijamente, con reciedumbre. Ella reaccionó saludándolo, mientras que él, impávido, no le contestó el saludo.

    Vladimiro - así se llamaba el sujeto- era un individuo tosco, que apenas había cursado la primaria, pues sus padres habían muerto víctimas de la tuberculosis, cuando él era todavía un niño, y al haber quedado huérfano, una de sus tías solteronas se encargó de criarlo de una forma tan cruel, que le formó un espíritu rencoroso, pues frecuentemente lo humillaba y lo obligaba a realizar las más duras labores en el campo, para ganarse su sustento de cada día. Sin embargo, llegado su juventud, su tía falleció a causa de un cáncer fulminante, con lo cual, el joven pasó a heredar la vieja casa y las demás pertenecías que había en ella, y así, un día, al hacer la soledad mella en su espíritu, decidió cortejar a una joven de su misma edad, con la que al poco tiempo contrajo nupcias.

    Svetlana decidió incorporarse, pero aún mareada, cayó de nuevo incosciente en los brazos de Vladimiro…





     
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  2. puroamor

    puroamor Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
    3 de Marzo de 2011
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    Hombre
    Saludos a todos. Publiqué esta pequeña historia, simplemente para solicitar a las personas de buena voluntad su crítica constructiva, pues necesito que alguien señale los errores de redacción, etc, que el relato pueda contener. Nunca he intentado escribir en prosa y solo ustedes podrán decirme si existe algun potencial que desarrollar o debo de abandonar mis intentos.

    En espera de sus sinceras y apreciables respuestas,

    puroamor.
     
    #2
    Última modificación: 20 de Junio de 2017

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