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Una lección de otro planeta

Tema en 'Prosa: Infantiles' comenzado por ANAPLUCHINSKY, 21 de Junio de 2022. Respuestas: 0 | Visitas: 266

  1. ANAPLUCHINSKY

    ANAPLUCHINSKY Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
    17 de Abril de 2022
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    Género:
    Mujer
    Mateo, era un niño muy travieso, no paraba de hacer lio. Si había un problema, él siempre era el protagonista. En fin, Mateo era un niño muy pero muy insoportable.
    Hacía poco tiempo había nacido su hermanita y todos creían que ese era el motivo de su tan molesto comportamiento, pero la verdad es que Mateo siempre había sido insoportablemente insoportable.
    Sus abuelos estaban muy preocupados por su nieto y pensaron que irse unos días a pasear a la montaña lo harían reflexionar y volvería un poco más calmado. El lugar elegido fue Merlo, un lugar bellísimo ubicado en la provincia de San Luis.
    Ese tan esperado viaje había llegado, antes de emprender el feliz viaje, Mateo con un beso grande y un fuerte abrazo saludó a sus papás y a su pequeña hermanita, porque a pesar de que era liero él se caracterizaba por ser muy dulce y cariñoso.
    Luego de viajar varias horas en micro, llegaron al lugar elegido. Los recibiría un paisaje increíble. Desde la ventana de la habitación donde se hospedaban se dejaban ver unas montañas inmensas con sus picos nevados. ¡Todo era maravilloso! Descansaron unas horas y a la noche se prepararon para hacer la primera excursión, que prometía ser una experiencia inolvidable. Los abuelos estaban seguros que este paseo le iba a encantar a su querido nieto.
    Una vez en el lugar, el guía se presentó: “Muy buenas noches, mi nombre es Agustín. Nos alegramos mucho que estén visitando esta hermosa ciudad…hoy nos reunimos para poder apreciar algo increíble, algo que, aunque siempre se hable de ellos, muy poca gente logró verlos. Vamos a ver y escuchar a los ovnis, pero tienen que estar quietos y guardar silencio porque sino los vamos a espantar.” Por otro lado, agregó: “No vayan a alejarse, los extraterrestres son muy hábiles para seducir a los seres humanos y si lo logran nadie podrá rescatarlos.”
    Así fue que todos sentados y en silencio se dispusieron a mirar el estrellado y majestuoso cielo. Pasaron unos cuantos minutos y la verdad que no se veía ni se escuchaba nada. Mateo pensó: “Esto es todo mentira, los ovnis y extraterrestres solo se ven en las películas y los libros de cuento.” El niño, ya estaba aburrido, cuando de repente detrás de una gran roca, una manito muy parecida a la pata de una rana, lo saluda. Mateo, frotó sus ojos y volvió a mirar, no podía creer lo que veía. Al salir de su asombro, le devolvió el saludo de la misma manera, con un suave movimiento de su mano. Esa extraña criatura comenzó a llamarlo, el niño dubitativo pensaba: “No debo moverme de aquí, si me pierdo nadie podrá rescatarme.” La manito se ponía cada vez más insistente, Mateo la miraba de reojo mientras ella no paraba de llamarlo. Tanta fue la insistencia y la terrible intriga del travieso niño que accedió al llamado, se fue arrastrando despacito por el suelo, sin hacer ruido no quería que nadie lo descubriera. Finalmente, llegó hasta aquella roca y miró por un pequeño agujero. Allí, a unos pocos metros se encontraban alrededor de veinte hombrecitos con manos de ranas y caras de aliens, una imponente nave espacial con luces azules y rojas los acompañaba.
    Sin dudarlo, corrió hasta donde estaban, el niño se había dejado seducir por esos seres tan extraños. Ellos, lo recibieron como a un rey, se mostraron siempre muy atentos y amigables. En un momento, lo invitan a recorrer la nave espacial, era algo tan impresionante que no estaba dentro de las posibilidades resistirse. Todo marchaba de maravillas, cuando en lo mejor del recorrido se escucha que se cierran las puertas y una voz dice: “En tres, dos, uno, cero despegamos” y sin lugar a la reacción la nave había partido.
    Mateo, corrió desesperadamente hacia una de las ventanillas, allí muy lejos quedaban sus abuelos y más lejos aún sus papás y su hermanita. Lloraba, gritaba pataleaba, mientras suplicaba: “Por favor, déjenme ir.” Una voz muy dulce, intentaba tranquilizar al niño y decía: “Cálmate niño y disfruta el viaje, por más que llores no regresarás, lo único que logras es gastar tus lagrimas y desgastar tus cuerdas vocales con tanto grito, aparte de estar aturdiendo mis delicados oídos.” Obviamente la desesperación de Mateo crecía a medida que la nave volaba más alto.
    En un instante logró estar más tranquilo y preguntó: “¿Dónde vamos?” La voz dulce se hizo nuevamente presente: “Vamos al Planeta de los Niños Desobedientes. Un lugar para niños como tú, vas tener muchos amigos y allí nadie te llamará la atención por tus comportamientos. Puedes hacer lo que se te de la gana.” El niño desconcertado:” Pero, pero… yo ya tengo amigos en el planeta tierra, aparte están mis abuelos, mis papás, mi hermanita…por favooor que alguien me ayude” La voz nuevamente se hizo oír: “Nosotros vinimos a ayudarte, a salvarte de tantos retos recibidos, en este lugar nadie te dirá nada. Por favor cálmate y disfruta que fuiste elegido entre tantos niños desobedientes.”
    El viaje duró varias horas o eso parecía, en un momento la nave se detuvo y empezó a descender. Desde un parlante se escuchó: “Buenos días. Espero que hayan tenido un viaje inolvidable. Sean bienvenidos al Planeta de los Niños Desobedientes, donde podrán romper, gritar, correr, pegar y hacer lo que se le de la gana porque aquí todo esta permitido.”
    Mateo, todo asustado se dispuso a bajar de la nave con la cabeza gacha, bajó las escaleras y se tropezó con alguien, lentamente y con miedo levantó la cabeza, el alma le volvió al cuerpo. Quien estaba frente a él, era su querido abuelo, acompañado de su abuela. El niño estaba exactamente en el mismo lugar donde había partido, confundido abrazo a sus abuelos, mientras el guía les levantaba el pulgar a los extraterrestres como indicándoles que habían hecho un excelente trabajo. Desde ese entonces, Mateo se porta de maravilla, el niño jamás olvidará esta lección de otro planeta.
     
    #1
    A marlene2m y Javier Alánzuri les gusta esto.

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