Una muerte de la vida (solo una de tantas)

Nunca ha sido suficiente cerrar los ojos
para quitar de la memoria nuestras huellas,
ni basta con justificar a la casualidad
como la responsable de nuestro destino.

No basta…
Amontonar de pretextos a una hoja arrugada
repasando los minutos muertos en los pétalos;
las palabras no llenan ese vacío gélido
creciendo en nuestro interior cual lengua rancia.

Y sí, la locura, la latente locura nos llevó al borde
a convertir el amor en una barrera invisible,
donde los besos se caían de nuestros labios
e iban a terminar en el confín de nuestra boca.

Tanta locura para resignarnos a aceptar
esa manía de desamor oprimiendo
nuestro cuerpo como camisa de fuerza.

Tanto desaliento ahogando a la voluntad
de salir a la calle, levantar a manos muertas
sacudir el pelo en la lluvia y reir, reir,
hasta ver crecer un milagro en nuestras muecas.

Tanta sustancia de odio recorriendo las arterias,
para decir , insistir y aceptar;
(en este punto, es necesario poner la cara
de intriga –la misma que usamos
cuando nos cuentan un chisme-)
la verborrea de un amargado que se atrevió
a proclamar: “del amor al odio solo hay un paso”.

Demos el paso y caigamos sin alas,
hacia el abismo.
Nos encontraremos en un foso de recuerdos
obnubilados por el dolor de esa caída.

Sara Montaño
Derechos Reservados

 

Siempre es una delicia pasar por tus letras Sara,
besos y estrellas (unas de tantas... ) para ese despertar de desamores... pronto serán tus versos de pasión, estoy segura!
Eva