Una noche de tantas (la verdadera historia)

Una noche de tantas

¡Ha nacido Dios!
-dijo el ángel al pastor-.

Dónde, cómo, cuándo,
y para qué,
dime si estás siendo
cómo cuándo y dónde pude ver,
que me vas mintiendo,
cuánto, dónde y cómo,
te mentí yo a ti.

No sabrás el cómo,
ni tampoco el dónde fui,
mas, el cuándo cuando quieras
te demuestro con un mambo
cómo, cuándo y dónde
yo te conocí.

Y un bicho estaba cansado
por bicho y por malo,
que malo era el bicho,
y el bicho bichado
fue el bicho más gago
que pudo haber dichos
y más desdichados.

Asomaba la luna clara y bella
una luna nueva de noche llena,
que buena la noche de oscura estrella,
era la luna sin luna,
y era la una de la noche una.


La paloma volaba alrededor de la santa,
la paloma volando alrededor del varón,
cuando dejó caer en esa grande, la fama,
de un varón y una santa haciendo el amor.

Una noche de noches, las tres noches,
el pico de los picos, repicaba,
un doble, dos redobles, tres redobles,
de noche al día el pico ya no estaba.

Como un padre, común madre y un hijo,
el divino misterio se nos viste de pijo;
y pariendo el desmadre se quedaba,
la caverna de luz de hombre que elijo,
y en el cielo decían de las hierbas la barba,
como el santo José hizo a la zagala.

¿Qué hiciste, buen José? ¿La dejaste embarazada?
No sé, no sé, que nunca tuve encuentro de gala,
y si debe el espíritu, mi obseso del alma,
ser el castigo de una hembra probada,
nunca hubiera un Adán, que del ombligo ya estaba.

Así que si puta, yo putativo,
y así como multa, la multiplico,
pero el primero, que no semejaba,
quizá es anatema, y es que nos vino el rabino
en una noche de tantas.