Una noche más…

Quizás habituados a este sentimiento,
dejamos que se desvanezca
entre nuestros pesimistas pensamientos,
que solo insiste en recordarnos
los momentos mas tristes del día.

Muchas veces unos peores que otros,
pero al final dejan el mismo
sabor amargo de la desilusión…
siempre prometemos que los venideros
serán mejores que los pasados,
casi siempre fallamos en el intento.

Camino de destrucción que muchas veces
pone en duda nuestro futuro,
incierto y fugas,
en una película donde las escenas
no pueden ser editadas,
donde el asar aunque muchos
disciernan mi idea,
tiene un papel relevante o esencial…
el tiempo que nunca tiene compasión,
que ni por un momento
disminuye su ritmo vertiginoso,
sin piedad aplasta segundo a segundo
nuestra esperanza de una mañana radiante.

Acostumbrados al silencio que la caracteriza,
pero con el escándalo de los recuerdos
que nos agobian,
las vemos desvanecerse entre las promesas
de volver a intentarlo con el mismo afán de ayer,
pero en el mismo momento en que prometemos,
sabemos que jamás siquiera lo intentaremos
con ese ímpetu de la primera noche.

Noche en donde nos juramos
no dejarnos vencer,
noche donde prometimos levantarnos
con más fuerzas después de cada desplome moral,
resultado de la debilidad que consume
día tras día nuestras esperanzas
de un mañana feliz.

Otra noche,
dejándome vencer por el agotamiento físico,
duermo, entre la oración a un ser supremo,
rogándole otra oportunidad al lado
de mis seres queridos,
que solo sufren en silencio
las consecuencias del destino
al que siempre culparemos
de todas nuestras penas
sin siquiera estar seguros de su existencia.