Una sonrisa invisible

No me reconozco entre las sombras cuando veo mi cuerpo oscuro reflejado en la pared.

Se que ese no soy yo.

Quien habita dentro mío es otro ser.

Un hombre sin tiempo, sin edad, sin espacios, sin preámbulos.

Solo una décima parte de mi, es la que muestro en verdad al develar mi figura, una micro realidad emitida desde mi y hacia los otros seres convivientes.

Ofrezco la imagen de un hombre cansado, oprimido, que orbíta lugares comunes, poco siniestros, con una exquisita pasión inadvertida, que invita a un viaje fantástico, fantasmagórico, tenue, infra irreal.

En mi mente soy un absurdo delineador de condiciones nefastas.

Alterando la magnificencia sideral de las cosas.

Una mutación reactiva, proactivo y retractil, oscilante y borroso.

Colapsando bobadas, minucias, insignificancias.

Soy solo una sonrisa invisible.

Vanguardista en el exterminio colectivo de la sensitividad, incinerando con tenacidad exhaustiva, cada centímetro de un cuerpo lacerado emocionalmente.

Identificando y midiendo a la consternación bajo el barómetro cósmico de las comprensiones tensas.

Por momentos lacónico, rotundo y sísmico.

Disgregador de los extremos de un mismo lado.

Decomisador de ausencias intelectuales.

Estrepitoso y pasional.

¿Como podría reflejarme en la pared?

Esa es solo la sombra de mi envase.

 

Somos, a la vista, la sombra de un envase… que también nos pertenece. Y el interior.
Un relato para extenderse. Me gustó.
Un saludo compañero Tyngui.

 

muy agradecido por tu paso genio
Alonso Vicent
abrazo enorme
tyngui sanchez