una vez que te hice daño, ya no te merezco.

¿Y qué coño importa
que hayamos cambiado de año?
Yo sigo en esta incertidumbre,
me sigo odiando.
¿Como no hacerlo?
Si es cierto
que te hice daño.
Ya no me perdonaré,
porque sé
que para ti no valgo.
Pasa otro día
y el tiempo no se detiene,
morí congelado,
por estar lejos de tus brazos
en diciembre.
Esto, quizás,
nunca lo leas,
pero es imposible que no te escriba,
hazte a la idea.
Quizás me suicide por ti,
o quizás no,
pero ¿por qué si lo hago
pasaré a ser tu gran amor?
Aún no sé
que viste en mí,
y creo que prefiero
no saberlo,
sé que por ti
podría morir,
por eso no quiero asumir
el daño que te he hecho.

Lo siento...
Y aunque no lo creas
yo aún te escribo,
aún te quiero.

 

Aunque el daño está hecho, ha habido arrepentimiento, pero claro
eso es algo con lo que viviremos siempre.
Un saludo

 

Pero el arrepentimiento también puede ser oportunista, y por eso no se confia en él.
Aun que lo más auténtico, la esencia del poeta, es la sinceridad, ella no puede comprenderlo, supongo.

Me alegra que te guste,
Un saludo.