Vendedor de enciclopedias.

Yo quiero ser tu primo.
Quiero ser tu hermano.
Tu vecino. Tu obispo.
Tu piano.


Quiero ser tu violín. Tu mejor amigo. Un Testigo de Jehová, que te dé sermones.


Voy vendiendo enciclopedias.
¿ Y así me pagas ? Con un portazo en las narices.
Yo también como y bebo, hombre.
Dame un fajo de billetes, a cambio de una colección de tomos.


Te doy todos los fascículos, de una vez, y así, de manera contundente y brillante, coleccionas.


¡ Ánimo, cómprame !
¡ Ánimo ! No cierres la puerta.
Déjame entrar. Esta es mi casa.
No me agarres de la corbata, que me la planchó mi abuela.


¡ Una patada en el trasero, no ! Por favor. Me voy llorando...

 

La realidad golpea. Una vez un vendedor ambulane me dijo: "Sabés lo que más duele? Que no te miren a los ojos. Uno siente que no existe." Un placer leerte. Un abrazo.

 

Así es, y así funciona. Eso es un casto contundente, o mago. No existe. Hombre, que los hechos universales no necesitan testigos. Así, yo puedo hacer un dibujo, y no mostrarlo a nadie. No siempre somos vigilados. Bueno, finalmente, las estrellas del firmamento sí conocen lo que ocurre. Y lo sopesan. Y así es la balanza de la Justicia. Pero lo que quiero decir, es que no siempre hay gente dispuesta a ayudarte; o a tumbarte; o a pelear contigo. Simplemente, no existes. O no te prestan atención. Y eso es magia. Luego por tanto, todo es, en esencia, Gozo. Pero la vida es magia, y la magia, contundente. Debes ser solitario, alguna vez.