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Versos de un desconocido

Tema en 'Poemas de Amor' comenzado por Bravo Coronado, 18 de Abril de 2007. Respuestas: 0 | Visitas: 681

  1. Bravo Coronado

    Bravo Coronado Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    7 de Marzo de 2007
    Mensajes:
    40
    Me gusta recibidos:
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    ¿De qué me sirve saber la verdad
    si ni siquiera veo tus mentiras?
    Tengo intenciones por montones,
    repleto de poemas los bolsillos,
    las manos llenas de flores,
    soy poderosamente bello a mi modo;
    ni el cielo ni la tierra podrían frenar mi marcha.

    Si el sacrificio nos eleva por sobre las bestias,
    es porque la cruz de verdad pesa,
    de verdad sangran las manos,
    no hay plegaria que nos libre de tal sino.
    Perdimos un pie en la trampa,
    la red nos cortó las alas,
    perdimos los dientes en la batalla.

    Y no sé cómo es que siempre eres tan hermosa.

    Pero cuando me abrazas laceras mi espalda,
    se desvanece mi integridad entre llagas y pústulas rebeldes.
    Échame tus redes sobre mi pecho abierto
    y siembra un hervor de alas batientes;
    la semilla del desastre,
    tu nombre cabalgando en un meteoro.

    Desde mi tumba percibo tu fuerte olor,
    no concibo el sueño desde tu aparición;
    cada noche es una lenta transfusión hacia el más allá.
    Soy sombras dentro de una nube de mosquitos,
    sombras bajo un enorme pájaro, sin duda, extraño.

    Bajo el influjo de una perversión galáctica,
    un sistema planetario comandado por ti,
    las leyes fundamentales no obedecen.
    Corriges el curso planetario,
    gravitas más allá de la luna y el sol;
    tu propia voz curva el espacio circundante
    como la espalda del esclavo raccionando al látigo.

    Golpearse contra las rocas,
    ser único testigo de cometas colisionando,
    sacarse un diente de cuajo.
    No, no es suficiente,
    no basta con el asombro de niño echado al mundo;
    es el haber llorado por mucho tiempo,
    hasta el hartazgo de quienes nos rodean,
    lo que permite conocer tus coordenadas
    y reunir los gritos del paroxismo,
    que clamó por lustros
    la mariposa trémula enviada por Dios,
    volando en la obscuridad,
    herida por el tiempo,
    para que provoque un maremoto
    muy frío sobre mis huesos.

    ¿Cuándo se posará tu mano dolorosamente perfecta
    en la grieta que conduce a mi alma,
    que la extraño tanto?

    Aquí en el cuello por favor,
    castíguenme amigos míos hasta la muerte.
    Desconocidos también podéis pisotearme,
    que no tengo nada,
    hasta el corazón me dejó;
    enarboló sus velas,
    con ella se marchó.

    Padre, madre, adiós, les he fallado.
    Sumé dolor y por ello me alejo
    a vivir con los perros,
    errante en el espacio,
    acurrucándome entre las estrellas,
    muerto de frío,
    literalmente,
    muerto de frío.
     
    #1

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