"Viacrucis de ángeles"

La bondad de sus almas
irradia todo el amor
que mi penumbra clama;
acompaña mi soledad
hecha de carne y huesos,
plúmbea niebla del tiempo,
que atormenta, ata, se ensaña
y ahoga mi alma.

Ellas son hermanas
de la luz boreal del sentimiento,
dibujan su ternura
con tinta sangre de sus lágrimas;
esculpen su luz
como eterna llama,
entre nardos de angustia,
soledad, aflicción y nostalgia.

Su amor se hunde
en mi alma retorcida y apenada,
pretendiendo dar vida
al mundo que me quebranta;
nazarenas son las llagas
de sus sangrientas soledades,
soledades heredadas por mi pena,
que comparten conmigo
¡Incondicionales!

Asumo
la inmensidad de su grandeza,
como Dios deshojando el verbo
antes de que arda la palabra...

Su fruto es gratitud
en mi impotencia anclada,
universo de amor,
que ¡Gira! ¡Se siente!
¡Sustenta y abarca!

¡Oh! mujeres
hechas de sentimientos infinitos,
vino de la hermandad
que se bebe y se derrama,
diluvio de mariposas
en la plenitud de mi desvarío,
corazones de astros,
en el portal de mi desgracia.

Nada podría ofrecerles...
¡Mi todo, es nada para sus almas!

Soy en esta vida pasajera
una equivocación inexacta;
litúrgica voz del tiempo
resoplando su amargura,
calendario de rejas y paredes,
aguacero de nadas acumuladas.

¡Oh! ángeles misericordiosos,
que espuman ilusiones
y esperanzas con sus dientes,
sobre esta lluvia de clavos,
rocío de mi nefasto averno,
siento sus sentidas oraciones,
como el corazón de Cristo
pastoreando en mi alma.

Ellas diluyen el fuego voraz
que me incendia
y se exilian en los pastos
salvajes de mi pasión;
yo absorbo el sufrimiento
de sus corazones,
y me bebo día a día,
el sumo amargo de su aflicción.

Y así, mueren ellas...
Y así muero yo...
Ellas agonizando por mi vida,
¡Y yo muriendo por su dolor!


Tato Ospina
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