Viaje al centro de la escena

Un desdén a la puerta
el calor lo escama.

Entraña,
su gallo afloja su gallina
y se ve entre mirando,
alisa la buena de su alfombra
sus pasos, sus colorados accesos
a su intuición atiende como un premio.

Sed ve venir ese incendio,
dos lavanderas que a la hora de bañarse
están secas y dan besos abstractos
a sus lésbicas ropas supuestas.

Mienten es parte de él,
su detergente mira,
las piezas están pesadas
y cuelgan de líquidos separados
por carne de lluvia.

¡Cómo se enjuagan entre la tela, divirtiéndose!
No hay más humanidad que cuando no hay.
Sólo es la suciedad una representación literal
de la llegada a alguna parte, alguna fantasía.

Delinque mejor el que más humano es.
Acudes por bañarte al fuego de las lavanderas,
te haces llegada humana a la puerta,
humo en la sensación, fuego en las dos
que aún se bañan para darte misterio,
se bañan a la intemperie de su corazón
de incendio, el incendiario es más centro
que el incendio, las lavanderas más fuego
y humedad y humanidad.