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Vicisitudes de un amor - parte I

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por Azulzurita, 16 de Enero de 2021. Respuestas: 0 | Visitas: 479

  1. Azulzurita

    Azulzurita Volar soñando..Crear amando

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    Género:
    Mujer
    En un pueblo, en el interior de la ciudad, habían nacido en una familia de clase media, dos hermanas mellizas muy diferentes entre sí, la primera en nacer la llamaron Clarisa que iluminó la habitación con su blancura y su llegada, luego inmediatamente con la siguiente contracción nació Morena, de pestañas oscuras, ojos redondos profundos, como el fulgor de un lucero, cuyo cabello aún escaso era de un color azabache que contrastaba con el color rojizo de su hermana.
    Los padres muy felices y orgullosos, daban gracias al cielo por su llegada.
    Las niñas transcurrieron una niñez dichosa, eran realmente muy unidas, y si discutían o peleaban, inmediatamente se abrazaban, y todo volvía a la normalidad.
    Sus padres se sentían realmente afortunados y agradecidos por el amor mutuo de sus hijas, a quiénes adoraban y trasmitían sus enseñanzas y sabiduría.
    Así fue transcurriendo el tiempo y las niñas se convirtieron en hermosas jóvenes, pero no todo era un mar de rosas, antes de que esto sucediera y a pesar de que los padres no querían crear diferencias en el afecto y atención que brindaban a sus hijas, fue inevitable que la atención tanto de los padres como familiares y amigos se la robara la profunda y delicada belleza de Morena, con sus gráciles modales, su humor dulce y su cálida sonrisa, que se dibujaba siempre en su rostro complacido.
    Sus cualidades artísticas como tocar el piano que ella tanto amaba, dejaba embelesados a quiénes la oían tocar, solía hacerlo en reuniones importantes para sus familiares, y en eventos festivos que se organizaban en el pueblo, y mientras Morena tocaba en una determinada ocasión para un grupo de personas en la fiesta de la vendimia, que se solía organizar en aquél lugar, deleitando a todo aquél que se detenía a escuchar y admirar su belleza angelical, Clarisa no muy lejos de ella la acompañaba en silencio, se quedaba reposando a la sombra de un árbol y llevaba sus apuntes, donde escribía algún que otro pensamiento que evocaba su sentir, tratando de pasar desapercibida para el resto de las personas, y sin embargo, algún que otro ojo curioso giraba su cabeza para observarla, y detenerse en su bella cabellera ondulada y rojiza.
    Sus rasgos delicados, contorneada y voluptuosa figura que aunque ella negara y tratara de esconder en lánguidos vestidos, a mas de uno enamoraban, pues sin darse cuenta, Clarisa emanaba con su piel y su frescura, una increíble sensualidad, que no quería poner en evidencia por miedo a no agradar, o que sus padres lo desaprobaran.
    Solía compararse pero sin maldad, con su hermana a la que admiraba, por complejo e inseguridad, no quería desentonar con ella y a veces trataba de imitarla y no ser tan salvaje o rebelde, según sentía muy dentro suyo, no quería ser diferente, pero por sus venas corría el fuego y una pasión contenida, lujuriosa, que algunos hombres en ella sutilmente detectaban, aunque ella los ignorase con desdén y enojo.
    Ya que sabía perfectamente que la observaban, como leones hambrientos en busca de su gacela, pero Clarisa era muy inteligente y sabía manejar las situaciones, por algo su familia, su nido de contención y su picardía que sus padres ya conocían,le hacía siempre tomar decisiones acertadas, ya que al tocarle ser la mayor aunque tuvieran la misma edad, debía también cuidar de su hermana, cuando se alejaban de la casa, cosa que siempre habría de hacer, ya que aunque eran adultas, su corazón se lo dictaba.
    Morena era muy feliz, estaba en su ámbito con sus afectos y con lo que siempre quiso construir y tener, en cambio Clarisa sentía un gran vacío, aspiraba a alejarse algún día de aquél lugar, quería explorar nuevos horizontes, salir al mundo y que la conocieran, gritar quién era, pero tenía temor, no podía siquiera mostrarse como ella quería, se sentía cobarde.
    Quería poder algún día escribir un libro, no sabía como encaminarlo, ninguna idea contundente salía de su mente, eran solo palabras sueltas, que no encontraban sus frases, en su cabal cabeza.
    Lo que no sabía Clarisa era que el universo le iba a brindar la oportunidad que tanto había soñado, no precisamente la de escribir, pero nunca se iba a imaginar que algo como lo que a continuación acontecía, la cambiaría para siempre.
    Era una hermosa mañana, Clarisa y Morena salieron juntas al pueblo, encontrándose en el camino con un puesto de flores, Morena enseguida se acercó a él,
    Clarisa se quedó relegada refunfuñando, tenía la idea que no se deben comprar flores cortadas, pero Morena quería llevarle flores a su madre para que decorara y aromatizara el ambiente del comedor, cosa que a ella le gustaba mucho.
    Había un hombre de espaldas que se acercó al carro, Clarisa enseguida detectó que éste era joven, buen mozo y de buen porte, gentilmente el joven regaló una flor que había comprado a Morena, Clarisa se asombró y se acercó inmediatamente, el apuesto hombre, levantó su mirada y se topó con la profundidad colérica de los ojos avellana de Clarisa, por un instante se quedó inmóvil mirándola, y le sonrió, ella se sonrojó por un instante pero luego mostró seriedad e indiferencia como solía hacer con todos los hombres.
    Pero el joven abrumado con tanta belleza se presentó ante ambas diciendo que su nombre era Germán y que había venido desde la ciudad, buscando tranquilidad, y ver si se podría erradicar allí y ejercer la docencia como profesor de Literatura, luego con una sonrisa tímida regaló a Clarisa una flor, la cuál ella no esperaba recibir y dudó en aceptar, ya que pensó en un primer momento que el joven había congeniado con su hermana, por la forma en que los vio sonreír y conversar en ese momento.
    Pero no pudo discernir, su pasión había aflorado de una manera que nunca había sentido antes y su juicio estaba nublado, capturada por el momento de aquél encuentro.
    Morena estaba feliz, un hombre guapo le había obsequiado una flor, y ella muy sociable y agradable, había hablado con él.
    Morena se relacionaba muy bien con toda la gente del pueblo, todos la adoraban, saludaban e intercambiaban conversaciones con ella.
    Clarisa era mas esquiva, sonreía a duras penas, y apenas si saludaba, pero hacía el esfuerzo por indicación y recomendación de su hermana.
    Por la tarde Clarisa se sentía melancólica, se habría enamorado a primera vista ¿de un extraño?, un desconocido que se había fijado en su hermana.
    Nunca se lo diría a Morena, ¿le gustaría también a ella?
    No se lo preguntaría y no se interpondría en ese amor si surgiera.
    Clarisa sentía tristeza pero aún con esperanzas, esperando el nuevo día, para ver si se encontraba con el joven en el mercado, pero esta vez saldría sola, para averiguar sobre el forastero.


     
    #1
    Última modificación: 17 de Enero de 2021

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