Vida, cumple mi deseo

Vida,
devuélveme mis esencias,

mis días cortos,
mis noches profundas,

devuélveme mis pasos,
que ahora me encuentro perdido,

devuélveme tus logros,
que siempre fueron míos,

vida,
haz de mi cuerpo, raíz,

que brote algo más vigoroso que un corazón,
haz de la sangre, flama, nunca ceniza,

cultiva lo que he sembrado,
reparte sus frutos, como la lluvia nutre a cada ser,

sentires desgraciados,
porque nunca lo voy a poder corroborar.

 

Este poema es un clamor íntimo por recuperar la conexión con uno mismo, con el sentido de la vida y con aquello que alguna vez fue plenitud. A través de un lenguaje cargado de deseo y desesperanza, el hablante implora a la vida que le devuelva sus raíces, su rumbo y su propósito. Es una súplica de transformación: que el cuerpo sea raíz, la sangre fuego y la existencia un terreno fértil. Pero la última línea deja un eco trágico —la imposibilidad de confirmar si ese renacer es real—, lo que sella el poema con una melancólica incertidumbre que lo hace aún más humano.

Saludos cordiales