1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Vika

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por ivoralgor, 31 de Mayo de 2016. Respuestas: 1 | Visitas: 907

  1. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
    17 de Junio de 2008
    Mensajes:
    494
    Me gusta recibidos:
    104
    Género:
    Hombre
    Ese día, me inventé a una mujer. No de mis costillas, ni con una aplicación computacional sofisticada; no, fue con tan sólo lápiz, papel y algo de imaginación. Tampoco sería como las otras mujeres. Solía hablar poco, retraído, tímido; introvertido en pocas palabras. En la clase de biología, la maestra Anita, nos explicó los aparatos reproductores masculinos y femeninos. Las niñas cuchicheaban entre risitas. ¿Por qué los seres humanos tendríamos que aparearnos?, me pregunté viendo los ademanes de la maestra Anita cuando señalaba al espermatozoide a punto de ponerse en contacto con el óvulo, para fecundarlo. La mía, Vika, no se aparearía. Morena, pensé mientras Rosita, la más aplicada de la clase, le hacía una pregunta a la maestra. Las morenas se ven más rozagantes, con la piel brillándoles al medio día, suspiré. Escogí los ojos de Bertha; ella tenía una mirada tierna y enamoradiza; el tono aceitunado resaltaría en el rostro moreno de Vika. Sonreí. De la nariz, los brazos, las piernas y todo lo demás, me ocuparía en otro momento.

    Terminó la clase. Al salir del laboratorio le vi las piernas torneadas a Rosita; quizá así las tendría Vika, menos voluminosas y más marcadas, como esa atleta afroamericana, que ganó la carrera de los cien metros según la revista deportiva que vi en un puesto de revista que estaba camino a la casa. Pues si ya tenía las piernas de esa manera, los brazos igual. No la quería perfecta, es un absurdo la perfección: nadie la tiene. Así no los explicó el maestro Pedro, de historia, cuando nos dio un breve repaso de la guerra contra los nazis; que promulgaban que la raza aria era la perfección. Creo que los dedos de los pies tendían algún defecto, quizá la cadera – tendría tiempo para dejarle uno que otro defecto.

    El maestro Arturo, de matemáticas, nos enseñaba ecuaciones de primer grado con una incógnita. Sólo su voz se escuchaba. Vika me guiño el ojo, que cambiaba de tono cuando los rayos del sol le pegaban directo al rostro. No vi sus labios, ni la nariz; aún no sabía qué forma tendrían. Sería una excelente matemática, me ayudaría a divagar por esas incógnitas que te hacen razonar mucho rato, como una fuerza atrayente que no conoce la temporalidad y la espacialidad del mundo. Quedas suspendido intentando encontrar el valor de <<x>>. Definitivamente era mi clase favorita.

    No salí al receso. Miré todo el rato a la calle, viendo pasar a mujeres, intentando encontrar una nariz y una boca para Vika. La señora que atendía la fonda <<Carolina>>, que estaba frente a la escuela, tenía unos labios carnosos, me parecían sensuales. Sacudí la cabeza de un lado a otro. Serían labios delgados, sí, delgados para poderlos besar de piquito. Luego, la nariz, para que no se viera tan tosca, sería pequeña. La maestra Gladiola, de español, tenía el cabello largo, lacio y negro. Verla acariciarse la melena era contemplar ráfagas de luz en medio de la oscuridad. Vika emitiría fuego ardiente y sería elocuente como Gladiolita, como me gustaba decirle, en silencio, a la maestra. Su voz dulce nos narraba los accidentes gramaticales, los gerundios, las conjugaciones, entre otros aspectos del buen leer y escribir. Suspiré satisfecho.

    En la noche, a solas con Vika, que aún le faltaban detalles y no tenía defectos, me senté a ver el cielo. Eran las tres de la mañana, hora en la que hay una oscuridad profunda. No podía dormir pensando en besarle los labios. Saborear, por primera vez, los labios de una mujer. Le hice una seña para que se sentara en mi regazo. El calor de Vika me envolvía, su aliento me erizó la piel. Tuve una erección repentina. Por qué no le puse sexo, me arrepentí. Parpadeó un par de veces. No tenía voz,- para qué hablar, si el silencio es absolutamente romántico. Intenté besarle los labios. Hizo un movimiento negativo con la cabeza, que hacía lucir los fuegos de su larga y negra cabellera. Vika, susurré. Me acarició, pasiva, los labios, luego los ojos y, al final, la nariz. Sentí que hurgaba, con sus dedos, mi entrepierna. Intenté detenerla, pero ya se había apoderado de mi sexo. No imaginé la perversidad que yacía en ella. Su boca, de labios delgados y finos, succionaba mi lengua. Mordisqueó mi pecho; quise gritar pero la voz no me salía. Su respiración, agitada, era lo único que escuchaba. Con la cortina amarró mis muñecas. Forcejeé todo lo que pude, pero era más fuerte que yo. Me ató los pies a las patas de la silla. Apreté los ojos al sentir como de un mordisco me arrancaba el sexo. Sus ojos se encendieron. Por fin escuché mis gritos, eran de dolor. La noche se tornó más oscura, el silencio reinó en esos momentos. Vika, ahogué entre sollozos. Rato después, mientras me arrancaba los labios de un tajo, entendí el defecto que tenía: canibalismo.
     
    #1
    A Botón de Apagado 4233 le gusta esto.
  2. Botón de Apagado 4233

    Botón de Apagado 4233 El botón de apagado

    Se incorporó:
    21 de Mayo de 2016
    Mensajes:
    19
    Me gusta recibidos:
    7
    Género:
    Hombre

Comparte esta página