Villano.

Yo siempre apuesto por los mejores.
Los voy seleccionando, en cada nación.
Me los llevo, para decorar mi Palacio.
Sin pedir permiso a su Creador.


Luego por tanto, los robo.


Es decir, los secuestro.
O sea que son mis rehenes, y pido un rescate.
Y claro, lo que queda de mí, es sólo un bribón, con sus bravatas.
Una machada más. Amenazante...


Y tembloroso. ¡ Este café con leche está frío ! Y el filete de merluza a la plancha, soso.

 

jaj el filete de merlusa para que no quede soso hay que echarle comino y sal jeje. Y no te veo villano solo ers juguetón Hermoso poema gracias

 

Gracias a ti, Edith.
Estoy estudiando a los malos de película.
Y comprenderlos, significa discurrir como hacen los ríos, hasta llegar al Mar.
Una vez en el Mar, hay que estudiar a muchos de sus aliados.
Uno de ellos es el Momento. Cada Momento es muy extenso.
Es gracias a esta pericia, en la medición de cada instante, que los ordenadores personales pueden obrar el milagro de la tecnología, que no deja de ser científico. También, el Televisor, la nevera, el horno-microondas, la lavadora o el friega-platos, son electrodomésticos muy ingeniosos. Entonces, el malo de la película, es muy detallista, porque conoce esa limpieza exagerada, y no la rechaza. Se deja contagiar por muchos consejos, y resuelve que él es el final feliz. Pero el protagonista del filme, va por otros derroteros. Y alcanza su propio apogeo, y su clímax, en un momento dado. Se llama ese pico, o cima, la auto-revelación.