Vocación(1)

En la tierra prolífica de España
manantial de romances son las breñas
y las cabras cultivan en su entraña
dulces ritmos que beben en las peñas.
Escuchar ese ritmo fue la hazaña
del héroe que pobló nuestras reseñas.
Todo es barro: es el barro lo sublime
que al hombre anima a que su barro anime.

 

Esperaré, estimado Musador, a que publiques la segunda parte, a ver si entiendo la primera, porque no le he cogido el punto.
Lo que más me desorienta es el último verso.

Abrazo.

 

Algo me sucede con el último verso, Jorge.
Me estoy peleando con él.

Métricamente el sáfico con la sílaba sexta en sinalefa, por muy átona que sea, es muy complicado.

Y no me suena natural la construcción, vas a tener que iluminarme si estoy equivocado.

Me han adelantado por la derecha.

Un abrazo.

 

«Me llamo barro aunque Miguel me llame.
Barro es mi profesión y mi destino»

¿aclara algo?

gracias y abrazo
Jorge

 

Sí, le di muchas vueltas y no quedó bien: ya veré. Quizás demasiados monosílabos...

gracias y abrazo
Jorge

 

Yo creo que con ese verso de cierre, esta puede llegar a ser una rarísima oportunidad, una de esas que se dan una vez en la vida, para que te caigan impiadosamente todos aquellos a los cuales has fustigado. Jajaja

Ahora en serio, a mí también me suena feo.

Abrazo

 

Ojalá fuera así. Ya lo cambié, igual.

gracias y abrazo
J.

 

Bueno, no tengo ninguna intención de hacer aquí una exégesis de Miguel Hernández. Solo cité esos versos, en mi respuesta a Eratalia, para aclarar de qué se trataba.
Me alegro de que te haya gustado esta octava, que es una sola.

gracias y abrazo
Jorge

 

Pretendo, sí, escribir acerca de algunas experiencias de vida de Miguel Hernández, imaginando un poco sus dramas. No pretendo hacer exégesis ni paráfrasis, aunque alguna referencia colateral a su poesía pueda incluir, como fue con el tema del barro.

A los quince años (en 1925) Hernández abandonó la escuela, por mandato del padre, para dedicarse enteramente a su oficio de pastor en Orihuela. A los 23 años publica «Perito en lunas», un libro de 42 octavas reales, de densísima retórica gongorina, y perfecta métrica. En 1931-32 hace una terrible e infructífera visita a Madrid. ¿Cómo llegó a Perito en lunas? No lo sé. Tenía seguramente acceso a una buena biblioteca, la del mismo protector que financió la edición del libro: Luis Almarcha. Pero además, estaba solo: no tenía quien pudiera valorarlo con nivel, en Orihuela. Un caso realmente llamativo de despertar y desarrollo de un genio.

Ese es el tema de estas tres primeras octavas que he llamado «Vocación».

abrazo, querida Isabel
Jorge